NAHLE, LA FARSA DE SU CANDIDATURA FRENTE AL DEDO DEL PEJE

Por Edgar Hernández*

 

Sin entregar más allá de un turbio litro de gasolina que no salió de “Dos Bocas”, Rocío Nahle da el salto a la candidatura de Veracruz, siendo zacatecana.

Disfrazado el dedazo de López Obrador con una supuesta elección interna de Morena, los otros presuntos aspirantes solo hacen el papel de comparsas a cambio de un mendrugo de poder.

Quedó inscrita una terna (de cuatro) -¿Qué te pasó Bola #8 y tus dos millones de oscuros seguidores?- a sabiendas de que solo habrá un juego escenográfico de consulta interna y otra ciudadana etiquetadas ya que la escogida del señor es Rocío Nahle… ¿Ya dije que es zacatecana?

Ya después se dirá a sotto-voce que se cumplió con la cuota de género, que arrasó la aun responsable de “Dos Bocas” y que el pueblo -el Peje es el pueblo- fue el que decidió.

Así, fuera de toda lógica o raciocinio político e ir en contra de la opinión pública local y nacional queda claro que “Dos Bocas” fue, aparte de un elefante blanco, el negocio de unos cuantos y que lo de Nahle solo fue un trampolín para que la fuereña venga a gobernar a más de ocho millones de veracruzanos, entre ellos 2.5 millones de mujeres veracruzanas que a los ojos de López Obrador no reúnen condición o cualidad alguna para gobernarnos.

Todo, absolutamente todo, en medio del aplauso Moreno, del regocijo chairo. Todo en medio de un mar de maquillaje para una mala actriz convencida que disfrazándose de atuendos jarochos pasa por veracruzana.

Y lo que más llama la atención es qué acaso esta pandilla de truhanes nunca percibieron que las obviedades del Peje, Nahle, Cuitláhuac y seguidores no solo eran bobas y predecibles sino atentatorias al más elemental sentido común.

Todo lo que hacía esta palomilla de brutos era a escondidas.

Esas toscas dilaciones y pretextos que siempre dio a los diputados para no comparecer, ni rendir cuentas; sus imposiciones al gabinete del atarantado gobernador -siempre tan lineal-.

El dinero público puesto en su cartera.

La exigencia de modificar dos veces la Constitución local para permitir que una no veracruzana pudiera jugar por la gubernatura y lo más importante, ese frotarse las manos desde ahora ante el anuncio legislativo de que el presupuesto autorizado para Veracruz el 2024 supera los 160 mil millones de pesos.

¿Para qué sirven 160 mil millones de pesos en manos de los chairos?

Pues seguramente para muchas cosas menos para el bienestar de los veracruzanos que transitaron en el último lustro de la pobreza a la pobreza extrema en una proporción del 37%, según los “otros datos” del INEGI.

Acaso lo único rescatable para el honor veracruzano en medio de todo este desmadre democrático en donde el pueblo (o sea el Peje) decide es que en las urnas se sabrá y entenderá el 3 de junio del 2024, a pie de urna los veracruzanos no permitirán tal afrenta.

Tiempo al tiempo.

 

 

*Premio Nacional de Periodismo