Por Edgar Hernández*
Luego de la impactante victoria de Donaldo Trump, un radical de corte fascista que regresa a la Casa Blanca con el Congreso en la bolsa, se cierne una previsible amenaza de invasión militar en México para acabar con el terrorismo.
Veracruz al igual que Sinaloa, parte del Bajío y Oaxaca, Chiapas y Tabasco están en los planes de Trump para exterminar a los Cárteles del crimen organizado que tan solo en el último año han provocado la muerte de 107 mil ciudadanos norteamericanos por consumo de Fentanillo.
Y si bien para el gobierno de Claudia Sheinbaum la violencia criminal de los Cárteles, que rebasó en los últimos seis años las 199 mil 619 muertes, no son más que acciones delictivas que se resuelven con “abrazos no balazos”, para EU es terrorismo lo cual les permitirá incursionar militarmente en México.
Y Veracruz está en los planes de la Casa Blanca.
Veracruz no sólo es el corredor natural de las drogas provenientes de centro y Sudamérica en tránsito terrestre de Agua Dulce a Tampico Bajo para llegar a territorio norteamericano por Tamaulipas, sino que tiene a disposición criminal mar y tierra del Golfo de México.
A ello hay que sumar que el propio Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública ha reconocido que al menos el 30 por ciento de los 212 municipios veracruzanos están bajo control criminal.
Hay incluso plazas donde se gobierna a sangre y fuego y la siembra de cadáveres es el pan de cada día.
En Veracruz, por tanto, a la vuelta de 20 años -luego que Fidel Herrera permitió el paso de los Zetas- se han asentado importantes organizaciones como el CJNG, el Sinaloa -de importante auge en los últimos seis años-, la Familia, el Grupo Sombra, el Santa Rosa de Lima, el “Cártel del Siglo” y “La 35Z”.
Todo ello sin contar la enorme preocupación que representa para las autoridades norteamericanas el tránsito cotidiano por mar y tierra de centenares migrantes de tierras veracruzanas rumbo a la frontera contribuyendo al más importante problema migratorio de la historia de Estados Unidos.
Por tanto, ¿qué otro pretexto requiere Estados para no invadirnos por la puerta principal el heroico puerto donde se han sucedido cuatro invasiones a lo largo de nuestra historia?
Los tiempos por venir asoman aciagos.
Acaso por ello habría que insistir en que los que vienen deberán ser tiempos de unidad ante previsibles embates imperialistas.
México no ha escapado en los últimos años, a expresiones políticas de ira y resentimientos en nuestros gobernantes que han polarizado a la sociedad, manteniendo una belicosa actitud de unos contra otros, que impiden la unión de esfuerzos para trabajar por la superación de los ancestrales y agravados problemas.
En Veracruz el clima tan polarizado gestado desde el mismo gobierno de Cuitláhuac García ha generado la normalización de ciertas formas de violencia no sólo afecta a grupos de poder, sino a grupos vulnerables.
Ese continuismo no es permisible máxime que una amenaza, esta sí muy seria y que habrá de afectar nuestra soberanía, se cierte sobre nuestro territorio.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo