Carlos Alberto Canela García
Agencia Reforma
Ciudad de México 25 febrero 2024.- Diego San Román cortó una oreja de cada uno de sus toros y se alzó como el triunfador del festejo celebrado este domingo ante una buena entrada en la Plaza México.
No cabe duda que el joven diestro queretano está sobrado de valor y determinación. Construyó una faena riñonuda, al filo de la cornada, sin espantarse ante los continuos frenazos de su primer enemigo, que lo prendió sin herirlo. Con idéntica firmeza encaró al sexto, un berrendo en cárdeno bravo y noble al que exigió demasiado. Literalmente, lo exprimió y por momentos ahogó. Mató de estocada trasera y con tino sacó del palco a dar la vuelta al ruedo a los ganaderos Alatorre, padre e hijo.
El extremeño Emilio de Justo cayó de pie ante la afición capitalina gracias a su concepto clásico y la elegancia de sus maneras. Ah, qué buenos naturales arqueando el brazo y ladeando la cabeza le dio al toro de su confirmación. Toreo de 24 kilates. De no haberlo pinchado, habría cortado una oreja. Tuvo la virtud de acoplarse al ritmo de embestida del toro mexicano, tan distinto al español. Mantuvo la tónica de la solera en el ejemplar que salió al ruedo en cuarto lugar.
José Mauricio le cortó una oreja a su primero. Dejó para el recuerdo dos preciosas medias verónicas con la clase que le caracteriza y sus trasteos muleteriles combinaron voluntad con instantes de refinamiento.
Los hondos tíos de Pozohondo despertaron el interés y la emoción a lo largo de toda la función. Un encierro que reflejó cabalmente el concepto de bravura y categoría de la familia Alatorre Rivero.