Iván Sosa
Agencia Reforma
Ciudad de México 18 noviembre 2024.- Los Ejidos de Xochimilco, el Bosque de Chapultepec y el Bosque de Tlalpan son sólo algunas de las Áreas Naturales Protegidas (ANP) de la Capital, cuyo resguardo deberán ser prioridad del Plan General de Ordenamiento Territorial (PGOT).
Actualmente, pese a estas declaratorias, la mancha urbana se ha extendido, invadiendo zonas en las que se debería priorizar la conservación de los ecosistemas.
Si bien este documento se adeuda desde hace más de 15 años, la nueva Administración ha establecido nuevas fechas para su entrada en vigor.
De acuerdo con el investigador del Centro para la Sustentabilidad de la Universidad Iberoamericana, Juan Manuel Núñez, las ANP deben estar delimitadas dentro del Plan, lo que permitiría detener los procesos de urbanización de estas zonas.
«El PGOT es un instrumento que echamos de menos. Ahí tendría que estar plasmado cuáles áreas de la Ciudad deberían ser claramente para la conservación, más allá de tener uno o varios instrumentos de protección», expuso.
Con una visión estratégica, la Planeación debe precisar las áreas cuyos ecosistemas garantizan la subsistencia y la resiliencia ante el cambio climático, con un sistema digitalizado de acceso público.
«Tendría que incluir desde áreas verdes en la zona urbana, muy pequeñas, jardineras, parques, plazas, alamedas, hasta los parques nacionales, las ANP, incluidas las de la Zona Metropolitana», subrayó.
Y para mayor alcance, un mapa virtual con el suelo de conservación debería describir los servicios ambientales proporcionados por las zonas protegidas, sobre todo las barrancas desplegadas en el poniente, el sur y el oriente de la Ciudad.
PROTECCIÓN DE ORNATO
En el Cerro de la Estrella, en Iztapalapa, o el predio de Tempiluli, en Tláhuac, crecen los asentamientos irregulares y poco sirvió la protección con decretos de ANP, explicó el investigador posdoctoral de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), Erick Aguilar.
«No hay ninguna garantía, cada vez se amplía más la mancha urbana. Hay personas que ven las áreas protegidas como si fueran macetas, que por las noches recorren», lamentó.
En el Ajusco, la categoría de ANP federal no ha impedido que con aserraderos, la tala clandestina abra espacios para construir, añadió.
En Xochimilco, en tanto, la relevancia del sistema de chinampas se ve amenazado por las construcciones.
«Los pelícanos que vienen cada año del norte a refugiarse del frío, ahora pasan por tiendas de conveniencia cuando llegan», apuntó Aguilar.
Sin actualización, los planes de Desarrollo Urbano son desbordados y la verdadera política de urbanización en la Ciudad de México ha sido la informalidad.
«Asiéntate donde quieras, afíliate a un partido y espérate a que te regularicen, esa ha sido la política desde el siglo pasado», precisó.
En la Capital, 25 superficies se encuentran protegidas como ANP, 15 bajo resguardo de la Secretaría de Medio Ambiente (Sedema) local y 10 bajo jurisdicción federal a cargo de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp).
Salvo Viveros de Coyoacán, todas se encuentran sujetas a procesos de urbanización con presencia de asentamientos, algunos más cerca de ser regulados que de ser contenidos.
Para el investigador, la categoría ambiental es buena, pero sin programas de manejo y sin aplicar estrategias concretas de conservación, se trata de decretos ignorados.
«De nada sirve hacer planes si se quedan en letra muerta», concluyó Aguilar.