Isaac Flores Téllez
Agencia Reforma
Ciudad de México 30 junio 2024.- La celebración de la diversidad sexual convivió con los reclamos de justicia para los casos de crímenes de odio y para víctimas de desaparición que forman parte de la comunidad LGBT+.
Ayer, durante la 46 Marcha del Orgullo, que partió del Ángel de la Independencia hacia el Zócalo, Paseo de la Reforma se convirtió en un hervidero de banderas y sombrillas multicolor.
En medio de la marea arcoíris, un ataúd blanco avanzó lentamente sobre los hombros de las personas del Bloque Disidente.
En el féretro estaba escrito el nombre de Ociel, en referencia a Jesús Ociel Baéna, la primera persona no binaria en ocupar una Magistratura Judicial en México y América Latina, quien perdió la vida de manera violenta el pasado 13 de noviembre.
Para la población de mujeres trans, la 46 Marcha del Orgullo LGBT+ de la CDMX no podía ser sólo un festejo, también buscaron que fuera un acto de protesta y lucha.
En una Ciudad con nueve casos de transfeminicidios en lo que va del año, los gritos de «No siento orgullo, yo siento rabia» resonaron en las calles.
«Marchamos por nuestras hermanas, por nuestras amigas que salieron a la calle y no regresaron y, peor, que, cuando fuimos a buscarlas, nadie sabía nada de ellas y sólo se burlaron o nos revictimizan», dijo Sara Ortiz, una mujer trans que exigió justicia.
Alejandra, Vanessa, Devanny, Trinity, María Cristina, Barbie, Julitza, Dany, Jossi, Eva y Ximena son algunos de los nombres escritos en el ataúd, todas víctimas de transfeminicidio.
Jacqueline Valderrábano, integrante del colectivo LLECA, dedicado a la atención de personas de la diversidad sexual en situaciones de calle, fue una de las mujeres trans que se ofreció para cargar el féretro durante el recorrido, «A todas nos han discriminado y queremos luchar por nuestros derechos, no merecemos vivir con miedo, por eso marchamos, para que las chicas trans tengan la oportunidad de tener un trabajo digno, vivienda, salud, para salir a la calle sin miedo», señaló la activista.
El ataúd avanzó al paso de consignas de la lucha en medio de la celebración.
«Fuera marcas» y «sin justicia, no hay orgullo», gritaron durante la protesta.
Para Concepción Castillo, asistente asiduo de la marcha por más de 30 años, la celebración y el festejo del orgullo no puede concebirse sin la memoria, sin el reclamo y sin la exigencia de justicia.
«No nos oponemos a que haya fiesta, pero tiene que tener un sentido social, no podemos olvidar todo lo que nos costó como comunidad llegar hasta este punto en el que podamos salir sin miedo a la represión», aseguró Castillo.
De acuerdo con varias organizaciones civiles, en lo que va de este año se han registrado al menos 30 asesinatos en contra de mujeres trans en el País, nueve de estos en la Ciudad de México, el más reciente tan sólo un día antes de la marcha.
El viernes, una mujer trans fue apuñalada en la Alcaldía Gustavo A. Madero, luego de que, a decir de vecinos, tuvo un altercado con su agresor, quien la persiguió hasta un camellón.
La consigna general de este año fue la lucha contra los discursos de odio y la exigencia de justicia en casos de desaparición de personas LGBT+, crímenes que no suelen tratarse con perspectiva de género y cuyo seguimiento generalmente depende de las familias.
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Guadalupe Galindo, madre de Jorge Ángel Vázquez, asistió a la Marcha del Orgullo, no de la mano de su hijo, como era el plan, sino con una cartulina con la ficha de búsqueda del menor, emitida el 10 de junio por la Fiscalía de Morelos.
Galindo viajó desde Cuautla a la Ciudad de México porque los indicios de la Fiscalía estatal indican que Jorge Ángel fue visto por última vez cerca del Metro Viaducto.
«La idea era venir juntos, él siempre quiso venir a la marcha de la Ciudad; lo último que supimos es que iba en camino a la prepa y después desapareció. La Fiscalía sólo me dio un oficio para solicitar apoyo de la Policía», explicó.