¿QUÉ ES EL DOLOR DE CIÁTICA?

Adrián Alberto Basilio Rodríguez                 

Agencia Reforma

 

Ciudad de México 28 junio 2024.- El dolor de cuello, espalda o cintura, así como molestias en algunas articulaciones, podrían deberse a dos razones que tienen que ver con el ejercicio: la falta de movimiento o una mala postura.

 

 Una de las mayores incomodidades en el cuerpo es el dolor de ciática, el cual está asociado precisamente con la falta de ejercicio y/o sentarse, acostarse y hasta manejar de manera incorrecta.

 

Por eso realizar actividad física incide directamente en el organismo para estar En Forma. Es decir, que el ejercicio no solo te permite tonificar los músculos y tener elasticidad, flexibilidad y coordinación, también ayuda a evitar manifestaciones del organismo a través de ciertos dolores o molestias.

 

El dolor de espalda es una queja común y ya no es exclusiva de adultos mayores o personas que se dedican a trabajos rudos, intensos y constantes. Sin embargo, advierte el doctor Carlos Suárez Ahedo, ortopedista especialista en cirugía de cadera y de rodilla, no todos los dolores de espalda son iguales, siendo el más persistente y doloroso el de la ciática.

 

Estudios han comprobado que permanecer sentado durante largos períodos, sobretodo con una postura incorrecta, puede debilitar los músculos de la espalda y aumentar el riesgo de desarrollarla.

 

«(Este dolor) se refiere a la irritación o compresión del nervio ciático, que es el nervio más largo del cuerpo humano. Este nervio se extiende desde la parte inferior de la espalda, a través de los glúteos, hasta la parte posterior de cada pierna.

 

«Cuando este nervio se irrita o comprime, puede causar una sensación de dolor agudo que se irradia desde la parte baja de la espalda hasta la pierna, a menudo acompañada de entumecimiento, hormigueo o debilidad muscular en la pierna afectada», explica el especialista.

Cómo distinguir el malestar de ciática

– Experimentar dolor que irradia desde la parte baja de la espalda hasta la pierna.

 – Tener la sensación de hormigueo, ardor o entumecimiento en la pierna afectada.

 – Percibir debilidad muscular en la pierna o el pie.

 – Sentir dolor que empeora al estar sentado o al moverse, especialmente al toser o estornudar.