- El sábado 30 de septiembre y domingo 1 de octubre en el Teatro de la Danza Guillermina Bravo
Durante el mes de septiembre la temporada Patria Grande reunió a un contingente de agrupaciones para dar muestra de la diversidad de danzas folclóricas y tradicionales de México. Presentado por la Secretaría de Cultura del Gobierno de México y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal), a través de la Coordinación Nacional de Danza (CND), este ciclo llega a su fin con las presentaciones de Quebranto, espectáculo dancístico tradicional a cargo de la compañía veracruzana La Techa. Arte y Producción.
El Teatro de la Danza Guillermina Bravo recibirá el sábado 30 de septiembre y domingo 1 de octubre a la coreógrafa y bailarina Rubí Oseguera, quien se acompañará de músicos y cantantes tradicionales al interpretar este solo de danza y zapateado que cuestiona el papel femenino dentro de las tradiciones. Es la historia de una mujer en la intimidad del fandango, quien se enfrenta a una catarsis a través de la música, el canto y la versada del son jarocho.
La obra se centra en la soledad, la tristeza, la melancolía, el dolor, la pérdida y la culminación de la festividad, mostrando el repertorio de sones que se tocan, cantan y bailan en la madrugada en los fandangos del Sotavento veracruzano, como El fandanguito, El cupido, La bruja y El cascabel.
Quebranto surge de la investigación coreográfica y de la práctica dancística de más de 20 años de Rubí Oseguera. El espectáculo conserva una identidad tradicional, pero experimenta con discursos contemporáneos que conectan al espectador con sus emociones.
“La bailadora se vale de su cuerpo para, en una catarsis, hablar de fuerza y lucha. Genera una ruptura de esa desgastada visión de la mujer bailadora sensible, suave y grácil, cabizbaja, chiquita, de piernas juntas y que pretende no molestar”, declaró Oseguera.
El nombre de la puesta en escena viene también del hecho de que en ésta se “quebrantan” varios símbolos estereotipados de la danza tradicional y plantea nuevos significados de cómo ser mujer ante una tradición con profundo arraigo machista, de acuerdo con su creadora.
“La bailarina, como ejecutante principal, genera sensibilidad y sensualidad, pero desde dentro es de ella y para ella; esta danza huye de la ejecución concebida para agradar al otro o de una representación escénica, es más bien una herramienta para el discurso de libertad,” concluyó la directora.