· Debe reconocerse como una enfermedad seria cuya prevalencia se ha disparado en los últimos años a nivel mundial, advirtió Martha Kaufer, directora de Nutrición del INCMNSZ
Daniel Robles
La obesidad no es sólo una cuestión cosmética o estética y debe reconocerse como una enfermedad seria cuya prevalencia se ha disparado en los últimos años en el mundo. Se caracteriza por un cambio en la composición corporal de las personas debido a una acumulación excesiva o anormal de grasa que puede perjudicar severamente la salud, advirtió la directora de Nutrición, del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán (INCMNSZ), Martha Kaufer Horwitz.
Al dictar la conferencia Obesidad: causas, consecuencias y tratamiento, en el marco del coloquio organizado por el Instituto de Ciencias Aplicadas y Tecnología, la experta destacó la importancia de reconocer la obesidad como una enfermedad muy compleja y con múltiples riesgos, pues a partir de ello se pueden asumir responsabilidades, tanto de los gobiernos como de los profesionales de la salud, para promover su detección temprana a través de políticas de prevención, pero sobre todo ofrecer un tratamiento integral a las personas que la padecen.
Agregó que va mucho más allá de un exceso de peso, toda vez que tiene una etiología multifactorial, cuyas causas van desde lo genético en lo individual hasta factores familiares o comunitarios que terminan afectando a sociedades enteras, a tal punto que ya se considera una epidemia social contagiosa.
“Se ha llegado a decir que es una epidemia contagiosa, en una modalidad distinta a la de las enfermedades infecciosas; lo es desde el punto de vista social, pues se ha visto que en las familias, en la sociedad, en las comunidades donde hay personas con obesidad y éstas se reúnen o viven en el mismo entorno que otras también con esta condición, se tiende a propagar.”
Añadió que existen estudios y artículos publicados en revistas especializadas de reconocido prestigio como The New England Journal of Medicine, que demuestran cómo la obesidad es una enfermedad que se contagia a partir de las relaciones tanto sociales como de proximidad geográfica entre las personas; entonces, la forma de transmisión, a diferencia de los padecimientos infecciosos, no son los vectores, sino más bien la alimentación, la actividad física y el estilo de vida, que finalmente son procesos indispensables para la supervivencia humana y la interacción social.
Kaufer Horwitz consideró que la causa de la obesidad tiene que ver con un desequilibrio en el balance energético, pero hay muchos otros factores que inciden directamente en que las personas aumenten de peso, como las causas bioquímicas o fisiológicas relacionadas con el consumo de alimentos y la disponibilidad de éstos.
“El problema está desde la producción de alimentos, cuál es la disponibilidad de éstos en mi entorno que hace que yo los consuma y que afecten mi fisiología y, por lo tanto, mi balance energético; pero también depende de la psicología individual o social. ¿Qué como cuando estoy triste, contento o estresado?”.
La propensión de las personas a tener obesidad tampoco se puede limitar a sugerir que obedece a factores genéticos. “La epidemia que vivimos hoy día no se puede explicar sólo por cuestiones de genética, porque ésta tarda miles de años en modificarse, mientras que los ambientes cambian mucho más rápidamente. Yo puedo tener una propensión o una susceptibilidad para presentar ese mal, pero para que se manifieste tiene que haber algo en mi entorno, ya sea individual o social, que haga que se detone”, enfatizó.
Los ambientes obesogénicos, subrayó, están por todos lados, y el gran reto es identificarlos para trabajar con los profesionales de la salud en las herramientas que permitan contender con ellos.
La experta comentó que a nivel individual son tres los principales factores que contribuyen a la ganancia de peso: un metabolismo lento, un incremento en el consumo de alimentos y la reducción de la actividad física.
Consecuencias
Acerca de las consecuencias o repercusiones de la obesidad, señaló que hay factores de riesgo que acompañan esta enfermedad. Pueden abarcar desde cuestiones psicosociales, como depresión, ansiedad y baja autoestima, hasta problemas endócrinos, diabetes, enfermedades cardiovasculares, variaciones en los lípidos, hipertensión, alteraciones renales y gastrointestinales; y una de las comorbilidades más frecuentes y de muy difícil detección es el hígado graso.
Según estimaciones oficiales, acotó, en nuestro país más del 30 % de la población padece algún nivel de obesidad, de la cual el 80 % enfrenta alteraciones metabólicas, mecánicas y psicológicas.
Este problema, aclaró la investigadora, nada tiene que ver con el argumento de que se debe respetar la diversidad en el tamaño de las personas y que quienes padecen sobrepeso tienen los mismos problemas metabólicos a los que se enfrenta un individuo con peso normal.
Indicó que estudios recientes confirman que las personas con obesidad o exceso de peso son más propensas a desarrollar en el corto plazo alteraciones metabólicas de alto riesgo, en una proporción altísima.
“Si bien es cierto que es importante respetar y ser empático con todos los tamaños de cuerpo, también es necesario informar a las personas que tienen obesidad sobre cuáles son sus opciones en términos de su salud futura.”
FUENTE: UNAM