LOS HOMBRES DEBEN REAPRENDER Y RESIGNIFICAR SU MASCULINIDAD

  • Para lograrlo, tienen que reconocer el machismo propio y modificarlo
  • Sus conductas en el ejercicio del poder y su creencia de “superioridad” han sido aprendidas histórica, social y culturalmente: Alejandra Salguero, de la FES Iztacala

Patricia López Suárez    

 

Para aspirar a la igualdad de género y lograr condiciones menos inequitativas entre hombres, mujeres y grupos minoritarios, es necesario estudiar más a los varones, quienes desde niños han aprendido a desarrollar ciertos patrones de conducta que construyen su masculinidad.

“Sus comportamientos para el ejercicio del poder y la creencia de ‘superioridad’ han sido aprendidos histórica, social y culturalmente, por lo que debemos analizarlos para que ellos reaprendan y resignifiquen su masculinidad”, afirmó la psicóloga y doctora en Sociología Alejandra Salguero Velázquez, profesora de la carrera de Psicología en la Facultad de Estudios Superiores (FES) Iztacala de la UNAM.

Advirtió que mientras en los estudios de género se ha profundizado desde hace muchos años en la problemática de las mujeres y de la comunidad LGBTIQ+, los análisis sobre hombres datan de la década de 1990, es decir, son muy recientes, además de que no se ha logrado una amplia participación de ellos.

Salguero Velázquez ofreció la conferencia Masculinidad: reconociéndonos como agentes de cambio en nuestra comunidad, organizada por la Comisión Interna de Igualdad de Género del Instituto de Geofísica (IGf).

En el evento en línea, la especialista destacó que los varones, por el hecho de serlo, generalmente asumen y se consideran “superiores” no sólo con las mujeres, sino también con otras masculinidades jerárquicamente diferentes.

Explicó el concepto de mansplaining, que se refiere a aquellas situaciones en las que un hombre asume que sabe más que una mujer y decide explicarle cosas, con tono condescendiente o paternalista, sobre un tema del cual la mujer no ha solicitado explicaciones y del que, además, es experta.

“Sucede por ejemplo ante una compañera de trabajo con el mismo grado académico (aunque sea doctorado), a la que considera inferior, o en la familia con la pareja y las hijas, donde el hombre ejerce un rol de liderazgo”, comentó.

Este concepto es muy común en el tono y la actitud de superioridad con el que el hombre asume ser y saber más que la mujer, o en las interrupciones continuas si la fuente de la información es una mujer, detalló.

Salguero Velázquez comentó que el hecho de que los varones se sientan superiores ante mujeres que tienen la misma especialidad y experiencia tiene que ver con los aprendizajes de género de ellos.

Los patrones de género indican que por el hecho de ser reconocidos como hombres, se cree que son potencialmente portadores de ciertos atributos que se caracterizan como masculinos: capacidad de trabajo, proveedor familiar y económico, fuerza física y responsables.

“Estos atributos constituyen el referente cultural de cierto estereotipo a alcanzar, o a partir del cual se mide la masculinidad y la hombría”, explicó.

No se nace…

La especialista mencionó que no se nace, sino que se aprende a ser hombre a partir de múltiples maneras, a partir de procesos de socialización y aprendizaje en las familias (la propia y con las que se convive desde la infancia), la escuela, las amistades, el trabajo, el tiempo libre y las instituciones de salud o religiosas.

“Para aprender a ser hombres, en la relación familiar se le asignan al varón (desde niños) determinadas actividades y posiciones genéricas que dictan que “un hombre manda, le tienen que servir, las mujeres lo deben atender, está para trabajar y lograr reconocimiento y no puede hablar de sus emociones y sentimientos”, detalló la experta.

También aprenden a violentar a otros, mediante insultos y riñas callejeras, y a sí mismos, a través del alcohol, las drogas e incluso el suicidio, que es más frecuente en las mujeres, pero en los hombres es la mayoría de las veces definitivo, añadió.

Para resignificar estas conductas masculinas, y aprender a vivir con equidad de género, la especialista consideró que el primer paso es reconocerlas e intentar modificarlas, dando paso a expresiones propias de cualquier persona, como la vulnerabilidad y la exteriorización de las emociones.

Se tiene que identificar el problema o actitud, frenarla y actuar en consecuencia, sin minimizar y corrigiendo comportamientos, finalizó Salguero Velázquez.

 

FUENTE: UNAM