- La creación literaria es un espejo de la verdad personal, coincidieron Montero y Aramburu durante la apertura del Salón Literario Carlos Fuentes
Guadalajara, Jalisco, 1 diciembre 2024.- El Salón Literario Carlos Fuentes, un espacio creado en 2012 y dedicado a honrar la memoria del icónico escritor mexicano, abrió su programación con una charla memorable entre dos figuras clave de la literatura contemporánea: Rosa Montero y Fernando Aramburu. La conversación, moderada por la escritora Berna González Harbour, ofreció un acercamiento íntimo y reflexivo al universo creativo de ambos autores.
Rosa Montero fue recibida con ovaciones, aplausos y aclamaciones. Con su característica cercanía al público, bromeó al señalar que, tras tantos años acompañando a la FIL, ya se sentía como una «maceta decorativa».
Durante la charla, González Harbour planteó preguntas sobre los inicios de ambos en la lectura. Montero compartió que la literatura había llegado temprano a su vida. “Mi madre me enseñó a leer a los tres años. Luego, entre los cinco y los nueve años, sufrí de tuberculosis, y durante ese tiempo, sola en casa, leía y escribía. Desde que tengo memoria, la literatura ha sido parte esencial de mi vida. Parafraseando a Augusto Monterroso, yo diría que cuando desperté a la vida, la literatura ya estaba ahí”.
Después añadió: “Si dejara de escribir, me desharía. Me volvería loca. Escribir es mi esqueleto exógeno, lo que me mantiene en pie; sin ello, estaría pegada al suelo como un moco”. Para ella, añadió, escribir no es enseñar, sino aprender. Aunque no cree en los géneros literarios, pues los considera limitantes, señaló que sí existen dos tipos de escritores: los erizos, que se concentran en un solo tema, y los zorros, que exploran diversos horizontes. “Yo soy un zorro”, afirmó.
Fernando Aramburu, por su parte, compartió que creció en un entorno culturalmente humilde, sin estímulos tempranos hacia la lectura. “El primer libro que leí, La vida de Lazarillo de Tormes, fue por obligación escolar. Mi primer contacto con la literatura fue, francamente, a través del rechazo. Sin embargo, tuve la suerte de encontrar a un maestro que nos incentivó a leer por gusto, no por imposición. Él me abrió las puertas de la literatura desde la voluntad”.
Aramburu explicó que su obra se centra en la condición humana, explorando las vidas de hombres, mujeres y niños en sus contextos históricos y privados. “Me incomoda profundamente la violencia, y por eso escribo sobre ella; es una cuestión que me interpela”.
El autor confesó que decidió dedicarse a la escritura tras fracasar en el deporte. “En el deporte debes ser bueno desde el primer minuto. La escritura, en cambio, es un camino largo que se construye a base de errores. Soy, simplemente, alguien que sigue cumpliendo el sueño adolescente de escribir”.
Para Aramburu, la literatura es un reflejo de su verdad personal. “Nunca he iniciado una obra desde la impostura, porque es imposible engañarse a uno mismo”.
Ambos escritores coincidieron en la necesidad de legislar contra las falsedades difundidas en redes sociales. Compartieron anécdotas en las que se les había dado por muertos y, aunque se lo tomaron con humor —y la audiencia junto con ellos—, subrayaron la urgencia de educar a la sociedad, desde la infancia, para discernir entre información verdadera y falsa.
La charla concluyó con un momento emotivo: Silvia Lemus, viuda de Carlos Fuentes, acompañada de Trinidad Padilla López, presidente de la FIL, entregó la Medalla Carlos Fuentes a ambos autores. Lemus afirmó que el escritor estaría encantado de honrar a Montero y Aramburu por la intensidad literaria que caracteriza sus obras.