La polarización en nuestro país se agudiza de manera preocupante y ha rebasado el ámbito de las diferencias políticas para trastocar otras esferas de nuestra vida cotidiana como el trabajo, la escuela, los amigos, la familia o incluso las relaciones de pareja, en las que resulta cada vez más complicado entablar una conversación sobre temas o problemáticas en los cuales haya discrepancias de opinión.
De acuerdo con Juan Carlos Huidobro Márquez, profesor de la Facultad de Psicología, en la última década se ha venido configurando un escenario altamente polarizado que tiene su origen en las diferencias y desencuentros que los propios partidos políticos se han encargado de alimentar a través de discursos de odio y descalificaciones, principalmente en las contiendas electorales, generando un clima de crispación social que ha trascendido el ámbito político.
“Ahora vemos cómo esta polarización propiciada desde las esferas políticas se reproduce en otros espacios de la vida social y se refleja en expresiones de intolerancia en nuestras relaciones personales y colectivas, a tal punto que, en las conversaciones con amigos o en las reuniones familiares, hay temas prohibidos o vedados para no propiciar confrontaciones innecesarias”.
Consideró que en muchos centros de trabajo también se están registrando estos mismos escenarios de confrontación y polarización, en los que los calificativos de chairos y fifís han rebasado los límites de las bromas y están complicando las relaciones y enrareciendo los ambientes laborales.
Agregó que hay una creciente desconfianza hacia la clase política derivada principalmente de las promesas incumplidas en temas particularmente sensibles para la población como la inseguridad, el combate a la corrupción y el desempleo, lo que ha contribuido a que se agudice el desánimo ciudadano en relación con la política, y que el distanciamiento entre gobernantes y gobernados se siga ampliando cada vez más.
El universitario apuntó que la confrontación política cada vez más agresiva y el distanciamiento entre los gobernantes y la población han propiciado que los ciudadanos se sientan cada vez menos representados y se registre un desinterés más marcado en la participación política.
Sin embargo, aseguró que en medio ese desánimo y frustración social han surgido nuevas formas de organización ciudadana que, mediante colectivos o asociaciones sociales, buscan solventar las tareas que han dejado de hacer tanto el Estado como los profesionales de la política, que están siendo rebasados por el llamado tercer sector de organizaciones de la cultura asociacionista, las cuales están tomando fuerza en temas como la protección de los derechos humanos, problemas ambientales o incluso en la atención a cuestiones educativas.
Descartó que la polarización política que se vive en buena parte del país pudiera generar, en algún momento, estallidos sociales, pues aseguró que hay diversas instituciones y mecanismos que, si bien son imperfectos, siguen siendo de gran utilidad para resolver pacíficamente las diferencias y conflictos que se vienen arrastrando durante años.
Ponerle freno
El experto en procesos psicosociales y culturales consideró que es momento de frenar la polarización promoviendo un diálogo abierto entre los diferentes actores políticos y sociales desde los espacios académicos y con el acompañamiento de las organizaciones sociales, además de impulsar un trabajo comunitario más proactivo.
Aseguró que en esta tarea las instituciones educativas, y en particular los académicos y profesores de la comunidad universitaria, deben asumir un papel cada vez más protagónico para incidir en esos espacios polarizados y reivindicar los valores del diálogo y el respeto a las diferencias, erradicando todo tipo de violencias.
“Más allá de esta polarización, más allá de la violencia y las confrontaciones, el papel de nuestra universidad y el de nuestra comunidad es reivindicar el debate de las ideas, pero en términos de cultura y de nuevos valores educativos. Es momento de recuperar el diálogo y la propia política como medio de transición”, enfatizó.
Huidobro Márquez insistió en que, dentro de las tareas inmediatas, resulta fundamental propiciar climas familiares pacíficos teniendo como premisa la construcción de una cultura de paz y no una de la violencia.
Pero, sostuvo, se debe reconocer que el nuestro es un país con más de la mitad de la población en pobreza y con una tremenda desigualdad, lo cual inevitablemente genera diferencias y problemáticas que el Estado debe atender de manera urgente para evitar que estos temas se conviertan otro frente de confrontación social.
FUENTE: UNAM