· Superar esa etapa compleja depende de los recursos psicológicos de las personas, comenta María Montero y López Lena, al conmemorarse mañana 23 de junio el Día Internacional de las Viudas
La viudez en las mujeres repercute en ellas dependiendo del perfil de la pareja; por ejemplo, si vivieron en una relación equilibrada o de subordinación en los ámbitos afectivo y económico, si había codependencia o una vinculación madura, explica la académica de la Facultad de Psicología (FP) de la UNAM, María Montero y López Lena.
“Superar esa etapa compleja depende de los recursos psicológicos de la persona, es decir, del manejo que tiene de sus emociones y sentimientos y cómo los regula, de sus percepciones y creencias; de su capacidad para vincularse con los demás y de si ha tenido una consolidación social y económica”, detalla la doctora en Psicología.
En el caso de mujeres con hijas o hijos en desarrollo, se vive un doble desafío: el que significa la maternidad y enfrentarla en solitario, comenta a propósito del Día Internacional de las Viudas, que se conmemora el 23 de junio, a iniciativa de la Organización de las Naciones Unidas.
“Muchas veces romantizamos la relación de pareja. Hay que entender que, en el más básico de los casos, la pareja ayuda a la reflexión; y cuando es una pareja madura ayuda a la resolución de conflictos”, subraya.
La terapeuta abunda que cuando no está resuelta la condición personal de dependencia afectiva hacia la pareja fallecida, la viudez se vuelve una carga mayor que necesitará mucho de las oportunidades que tenga la mujer para darse cuenta que necesita apoyo y analizar los recursos psicológicos, sociales y económicos con los que cuenta. “Debe ver si tiene la capacidad de solicitar apoyo y ejercerlo, porque son procesos complejos”.
Para explicar el duelo, esa etapa psicológica a la que nos enfrentamos luego de las pérdidas y que consiste en la adaptación emocional a estas, la académica de la División de Estudios de Posgrado de la FP citó la teoría de la psiquiatra Elisabeth Kübler-Ross, que identifica cinco fases:
La negación ante la sorpresa de la pérdida; ira o coraje de sentirse sola; negociación, la persona guarda la esperanza de que nada cambie; depresión o sensación de tristeza y desesperanza; y la aceptación, un estado de calma asociado a la comprensión de que la muerte y otras pérdidas son fenómenos naturales en la vida humana. Implica entender lo que pasó y dirigirse hacia otro proceso para superar la separación.
Dependiendo de las particularidades de cada relación, de su contexto y sus recursos, cada quien puede tardarse más o menos tiempo para transitar por ellas. Incluso hay personas que se detienen en alguno de estos pasos. De acuerdo con su historia, hay quienes se quedan en el coraje, diciendo: “por qué me tocó a mí”, “por qué se llevaron a mi pareja de esa manera”, sobre todo cuando la muerte es por accidente o enfermedad repentina, apunta.
Mayor independencia
Montero y López Lena argumenta que cada vez existe menos el modelo tradicional de pareja, con la mujer dependiente emocional y económicamente del hombre. Se ha reducido el pater familis, donde él sostenía, pensaba, equilibraba y conducía a la familia. En estudios recientes hemos comprobado que, en términos emocionales, ella es más fuerte que el varón.
Sin embargo, ahora ellas, aunque estén o no en pareja, tienen otras condiciones socioculturales y mayor peso de decisión cuando cuentan con equilibrio en economía con el hombre.
FUENTE: UNAM