LA LUCHA

Pedro Peñaloza

Quieren hacernos felices. Pero no es suficiente,

México y Canadá deben hacer más: Donald Trump

De nada sirvieron las iniciativas que realizó el gobierno para convencer a Trump de que la política oficial no era responsable del contrabando de fentanilo ni de la migración.

Para persuadir al inquilino de la Casa Blanca, la presidenta puso en funcionamiento un conjunto acciones que trataron de “limpiar” la imagen de su gobierno ante las acusaciones de que el narcotráfico domina gran parte del país. Aspecto indiscutible y notablemente probado.

El primer regalo a Estados Unidos fue la militarización de la frontera con el despliegue de 10 mil elementos de la Guardia Nacional; la segunda ofrenda consistió en detener la integración China en México y la imposición de cuotas a sus importaciones; el tercer tributo, fue la operación “Frontera Norte” para incautar diversas drogas, principalmente desarticular laboratorios de fentanilo.

El cuarto sacrificio para calmar la furia del reaccionario del norte se dio con el envío de 29 integrantes de diversas organizaciones criminales buscados por autoridades gringas, como Rafael Caro Quintero, presunto asesino del agente de la DEA, Enrique Kiki Camarena, cuya entrega tenía como propósito influir en las fibras nacionalistas y vengativas de la cultura estadounidense.   

Todo esto le importó poco a Trump. La respuesta de la presidenta a la imposición de aranceles fue rutinaria e insustancial. Llamó a la unidad después de insultar a la oposición e imponer una reforma judicial que fractura la división de poderes. Otra vez, apela al patrioterismo: “a México se le respeta”.

Más allá de la convocatoria a un mitin matraquero/partidista en el Zócalo, la titular del ejecutivo federal se enfrenta a una economía que no crece y con pronósticos patéticos del 1% del PIB, provocando menos empleo y empeoramiento del nivel de vida de la población. Por el lado de la estabilidad financiera, la falta de inversión extranjera y una menor cantidad de dólares entrando de remesas, mercados volátiles y Pemex reportando más pérdidas que ganancias. Y Sheinbaum dice que “la economía está bien”.

En el lado de la seguridad, la presidenta está prisionera de los acuerdos con el crimen organizado heredados por López Obrador y de distintas autoridades como gobernadores y presidentes municipales. No puede enfrentar a ninguna autoridad significativa, a menos que quiera derrumbar el edificio de impunidad y complicidad que es la base del morenismo.

Por eso no quiere comprender que el núcleo de la disputa con Trump no son los aranceles sino el narcotráfico. Lo demás es fuego de artificio para cobijar los negocios de sus compañeros de partido. Y que la están hundiendo.