Francisco Morales
Agencia Reforma
Ciudad de México 21 marzo 2024.- Entre 1962 y 1963, México ostentó un título del que poco se habla y que, incluso en su tiempo, apenas llegó a estar en el radar de unos cuantos iniciados: «Sede mundial de la expansión de la conciencia».
Así describe el escritor Juan Villoro al País durante el periodo en el que el psicólogo estadounidense Timothy Leary (1920-1996), uno de los investigadores pioneros y defensores del uso del LSD y otras drogas psicoactivas, estableció en el Hotel Catalina, en Zihuatanejo, Guerrero, un retiro para la experimentación psicodélica y la apertura de las «puertas de la percepción».
«Ahí hace una especie de ‘Club Med’ de la mente», describió Villoro al respecto. «Ustedes saben que el proyecto turístico del Club Méditerranée consiste en tener programas de entretenimiento, no solamente tener turismo, sino hacer que el turismo tenga actividades y, en este caso, las actividades eran mentales y de autoconocimiento».
Este lugar, que ha quedado ampliamente documentado por Leary y por sus biógrafos, es la inspiración para la nueva obra del escritor, Hotel Nirvana, que la Compañía Nacional de Teatro (CNT) estrenará este 4 de abril en el Teatro de las Artes del Cenart.
Una puesta en escena, bajo la dirección de Antonio Castro, que reúne a 11 personajes en un encierro psicodélico que refleja el contexto contracultural, social y político de esos años.
«Los personajes son inventados todos ellos, lo que les pasa es responsabilidad discursiva de nosotros y no fue lo que ocurrió en Zihuatanejo, pero es un espejo, pues, de esa posibilidad, de esa realidad. No es una obra histórica, sino que es una interpretación fantástica», advirtió Villoro (CDMX, 1967) en conferencia de prensa.
En ese hotel espejo del verdadero retiro de Leary, se da cita una galería variopinta de personajes, como un científico que experimenta con psicoactivos, un antropólogo que desconfía de los «gurús gringos» y sus intenciones folklorizantes, un político del PRI que se cree «alivianado», un hippy prototípico, una niña rica en busca de nuevas emociones y un agente de la CIA, entre otros.
Por motivos teatrales, estos personajes no han decidido experimentar con LSD, pues sus efectos, a decir del dramaturgo, eran poco interesantes sobre un escenario.
«Eso es muy poco teatral, porque serían 11 personas pachecas en escena, totalmente pasmadas, sin que les pase nada, entonces había que inventar una droga mega teatral, ¿y qué droga es más teatral que el lenguaje? El lenguaje nos transforma, el lenguaje nos intoxica, el lenguaje, lo dice Platón en uno de sus Diálogos, es ‘veneno y medicina’, nos curamos con el lenguaje y nos envenenamos con el lenguaje», reflexionó.
Por ello, en el Hotel Nirvana se experimenta con «Logos», una droga que afecta la región del cerebro que controla el lenguaje, y que provoca en sus consumidores una compresión distinta de cómo expresarse con palabras.
Además del trabajo actoral del elenco de la CNT, el reflejo de este estado alterado de la conciencia recae también en el trabajo coreográfico de Andrea Chirinos y de la música original compuesta por Diego Herrera, de la banda Caifanes, junto con su hijo Mariano, quienes se inspiraron en la música psicodélica de la época.
«Ciertamente, la colaboración, tanto de Diego, como de Andrea, nos ayudó mucho a generar este espíritu carnavalesco, esta nave de los locos que debe ser Hotel Nirvana, porque hay conductas muy delirantes y los personajes viven frecuentemente la acción de la obra en un gran desequilibrio», apuntó sobre ello Antonio Castro.
Conciencia o narcotráficoAunque ninguno de los huéspedes del Hotel Nirvana, ni sus drogas, son reales, Villoro sitúa la acción dramática en el momento en el que México era una suerte de «botín en disputa» para aquellos interesados en las enormes posibilidades, fueran éstas culturales o económicas, de las drogas.
«Así se convirtió México en la sede mundial de la expansión de la conciencia. Vinieron muchas gentes, entre otros, por ejemplo, Carlos Castaneda, el célebre autor de Las enseñanzas de Don Juan, y también vinieron agentes de la CIA, porque la agencia de inteligencia norteamericana siempre ha estado muy atenta a las nuevas transformaciones culturales y al uso de los estupefacientes, muchas veces con fines de interrogatorio», contextualizó.
El primer contacto de Timothy Leary con los psicoactivos, explicó Villoro, ocurrió en México gracias al escritor Aldous Huxley, quien lo introdujo a especies endémicas como el peyote y los hongos alucinógenos.
Gracias a ello, logró ver el potencial completo del momento por el que México atravesó en los años 60, y se lo hizo saber al Gobierno.
«Acuñó una frase, que está en la obra, que es la siguiente: ‘México puede ser la Suiza psicodélica’. Suiza es el gran paraíso de las farmacias del mundo, toda la industria farmacéutica tiene su sede en Suiza, es un negocio extraordinario, la salud depende de los laboratorios suizos. Y él dijo: ‘la salud mental puede depender de México; México puede ser esta sede de la expansión de la conciencia controlada, regulada y sin peligro'», refirió Villoro.
Una proyección que, sin embargo, estuvo acompañada de una advertencia que, como se sabe, el País desatendió.
«(Leary) también dijo lo siguiente, que eso me parece muy importante para lo que estamos viviendo hoy en día y de ahí lo acucioso, lo urgente, para mí, de esta obra; dijo: ‘Si ustedes no le entran al control regulado cultural de las drogas, lo van a dejar en manos de otras personas, porque la caja de Pandora ya se abrió, esto es muy atractivo, y si ustedes no lo regulan, todo va a quedar en manos del narcotráfico; escojan: la conciencia o el narcotráfico'», relató el autor.
Así, en este viaje de la expansión de la conciencia, que no pierde su contexto social, se representa una época de contracultura, rebeldía y descubrimiento, con todas sus virtudes, defectos y contradicciones.
«Hotel Nirvana es este hotel donde se recupera la expansión de la conciencia, este momento contracultural en el que se están buscando transformaciones. Hay 11 actores en escena y cada uno de ellos pasa por una transformación, no necesariamente positiva, porque tampoco podemos decir que todas las alteraciones de la conciencia son para bien y hay una responsabilidad que debemos asumir al respecto», planteó Villoro.
«Tal vez visto desde la perspectiva de hoy hay una cierta ingenuidad, o vemos con cierta condescendencia a estas criaturas que se proponen cambiar el estado de las cosas, pero yo creo que si no somos capaces de reinventar el mundo, cuando menos, en nuestra mente, ¿cómo podemos afectar la realidad?», agregó Castro, en el espíritu de los personajes.
Toma notaQué: Hotel Nirvana, de Juan Villoro.
Quién: Compañía Nacional de Teatro.
Dónde: Teatro de las Artes del Cenart (Río Churubusco y Tlalpan, Country Club).
Cuándo: jueves, viernes y sábados, 19:00 horas; domingos, 18:00 horas, del 4 al 21 de abril.
Entrada: 150 pesos. Mayores de 15 años.