- Claudia Stefanie Serna Hernández obtuvo el grado de Especialista en Estudios de Género, con mención honorifica, por su tesinaLa jefatura del hogar en las estadísticas sociodemográficas en México: un análisis desde la perspectiva de género; fue postulada para obtener la medalla Alfonso Caso
La metodología para elaborar las estadísticas sociodemográficas en nuestro país requiere de revisión a fondo y un replanteamiento con perspectiva de género, toda vez que actualmente los datos que se recaban y su interpretación tienen un sesgo que refuerza los estereotipos machistas y demeritan el papel de liderazgo que juegan numerosas mujeres, en una cantidad importante de los hogares mexicanos.
Claudia Stefanie Serna Hernández, estudiante de posgrado en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, quien recibió mención honorifica por su tesina de maestría titulada La jefatura del hogar en las estadísticas sociodemográficas en México: un análisis desde la perspectiva de género, consideró en entrevista:
Hay una deformación histórica y cultural en la manera y los métodos que se utilizan para levantar los censos demográficos, los cuales es indispensable cambiar y actualizar.
Con la investigación, Claudia Stefanie Serna Hernández obtuvo el grado de Especialista en Estudios de Género y fue postulada para obtener la medalla Alfonso Caso, que otorga la UNAM a las mejores tesis de posgrado.
Mediante este estudio encontró que hay una tendencia de género en el levantamiento de las encuestas sociodemográficas al utilizar el concepto de jefatura del hogar, que forma parte central de las preguntas que se realizan en los ejercicios de este tipo aplicados en la nación, el cual incidide en la interpretación de los resultados.
Para la especialista, los conceptos jefa y jefe del hogar no pueden considerarse como sinónimos, porque detrás de ello hay un régimen de género que define de una forma a ellas como deficitarias, con hogares carentes de una figura masculina; y a los varones los considera proveedores y protectores.
Jefe del hogar, añadió, proviene de la antigua Roma con la definición de paterfamilias; se trasmitió de generación en generación a través de civilizaciones completas por más de dos mil años, hasta llegar al naciente Estado mexicano en el siglo XIX. Más tarde se incorporó en la Constitución de 1917 y, a partir de entonces, está vinculado al hombre como acreedor de un salario para mantener a una familia.
Apuntó que esta variable se maneja hasta nuestros días, un ejemplo es la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH), levantada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en donde se observa que el régimen de género en el que vivimos orienta a que se responda siempre que el hogar está dirigido por un hombre, aunque realmente sea una mujer la proveedora.
Serna Hernández subrayó que la categoría de jefe del hogar no toma en cuenta otros factores fundamentales que tienen que ver con el papel de la mujer, como las aportaciones del trabajo no remunerado o el afectivo y de cuidados.
Se trata de un manejo injusto de los datos demográficos porque arroja como resultado que 70 por ciento de los hogares en este país son liderados por un jefe hombre, pero en realidad el concepto es confuso y tiene una carga masculina importante, anotó.
“Bajo esta premisa, entonces las mujeres no podemos ser realmente consideradas como jefas del hogar y por eso yo sostengo en mi tesis que es injusto, porque el concepto está sesgando los resultados; ya no deberíamos utilizarlo en nuestras encuestas sociodemográficas en México”, enfatizó.
Un tema que resulta inquietante, precisó la investigadora, es que las estadísticas sociodemográficas son utilizadas por normatividad para generar y diseñar políticas públicas, de tal manera que el concepto jefe de familia es tomado para ese fin.
Varios hogares, aunque tengan una figura masculina, pueden estar en situación de vulnerabilidad; mientras que los liderados por una mujer pueden no estarlo; entonces estamos pensando que solamente por el hecho de que una lo dirija va a tener déficit o estar en situación de precariedad, cuando no es así, lo que nos planeta la necesidad de repensar y reflexionar sobre esas políticas públicas, pero a partir de un punto de vista también feminista, puntualizó la universitaria.
Hay casas, dijo, donde son ellas quienes aportan trabajo no remunerado, son el sostén de la familia, proveen lo necesario para sacar adelante a los hijos y en la mayoría de los casos eso no se muestra en las estadísticas, las cuales señalan que 30 por ciento están lideradas por una mujer. No se trata de competir, sino de valorar lo que cada persona aporta.
Aclaró que el uso del concepto “jefe del hogar” no es exclusivo de México, pues su aplicación proviene de la Organización de las Naciones Unidas como parte de sus recomendaciones sobre cómo implementar los censos en cada uno de los países, por lo que los cambios propuestos para incorporar la perspectiva de género tendrían que realizarse en el ámbito global.
De acuerdo con la experta, ese organismo internacional reconoce que esta figura genera una serie de confusiones porque cuando los encuestadores registran que en un hogar hay un hombre y una mujer, dan por hecho que el jefe de familia es el varón y automáticamente así lo registran, sin considerar que pueden existir otras variables o condicionantes, lo que genera una serie de imprecisiones y confusiones en las estadísticas.
Hay una violencia epistémica porque se distorsionan los conocimientos que aparentemente son científicos; digo que es masiva porque a cada uno de los hogares se les aplica y desafortunadamente se carece de otra forma de responder este tipo de ejercicios que ordena el Estado.
“Ojalá que el INEGI y los encargados de las estadísticas demográficas en nuestro país volteen a ver esta investigación y se sumen a la propuesta para eliminar la categoría de jefe del hogar, que ya resulta arcaica, y desde México se impulsen los cambios necesarios a nivel mundial”, refirió.
FUENTE: UNAM