• En cambio, Asia cerró brechas en su totalidad, dijo José Gabriel Palma
• Se efectuó el Seminario Financiamiento, productividad y deuda. Postpandemia y países en desarrollo
Desde el punto de vista de crecimiento de la productividad, América Latina es la región que tiene el peor rendimiento del mundo. Actualmente el trabajador latinoamericano promedio, en términos reales, produce lo mismo que hace 40 años, afirmó José Gabriel Palma, de la Universidad de Cambridge, Reino Unido.
Al participar en el Seminario Financiamiento, productividad y deuda. Postpandemia y países en desarrollo, organizado por las facultades de Economía (FE) y de Estudios Superiores Acatlán, el experto dictó la conferencia magistral ¿Por qué ha sido tan difícil romper la “trampa del ingreso medio” en América Latina?, y dijo:
La nuestra es una zona de contrastes increíbles. Somos la que genera más empleo en el mundo, pero tenemos la menor tasa de aumento de rentabilidad y una baja tasa de incremento del producto interno bruto (PIB). Eso es extraordinario, pero no hay conciencia de ello.
Imaginemos, prosiguió, que el rendimiento anual de un trabajador promedio en Estados Unidos es de 100 mil dólares; si otro se ubica en 50 por ciento, quiere decir que la productividad promedio de su economía es de 50 mil dólares.
La trampa del ingreso medio es como si en el 50 por ciento del nivel de rentabilidad de un empleado norteamericano existiera un “techo de vidrio” que los países latinoamericanos no son capaces de romper, a diferencia de los asiáticos que le tienen poco respeto a cerrar brechas y a ese tejado.
Todas las naciones de AL tienen ese grado del que no son capaces de subir, y cuando por alguna razón lo traspasan por un año o dos, vuelven “para atrás”. Se ubican entre 30 y 40 por ciento de la rentabilidad estadounidense. “Cuando se independizó en 1965, Singapur tenía una posición muy similar a la chilena; 20 años después, ya había llegado al 100 por ciento”.
Si el mundo se divide en regiones geográficas, sólo separando a las naciones más importantes como la Unión Americana, China o Japón, y se efectúa un ranking del crecimiento de la productividad, se vería que la nuestra ocupaba la cuarta posición de 1950 a 1980, comentó el también académico de la Universidad de Santiago, Chile
Pero después de las reformas neoliberales, la apertura comercial y financiera, la privatización de la mayor parte de las empresas públicas, desde entonces y hasta 2019, es el territorio que presenta peor rendimiento: pasó del lugar cuatro en la lista de 14 regiones y países, al último, detalló José Gabriel Palma.
En el periodo 1950-1980 hubo progreso interesante del PIB, del seis por ciento; luego, su desaceleración se debió sólo a la caída y estancamiento de la productividad.
Aunque el repunte del empleo siguió con gran dinamismo, aclaró, se generó casi exclusivamente en las áreas de servicios y construcción, que en 90 por ciento de los casos crean empleos de “baja productividad, bajos salarios y bajo potencial de crecimiento de la productividad”. En Chile, por ejemplo, los puestos de trabajo en esos rubros han pasado de menos del 50 por ciento del total, a 85 por ciento.
El especialista precisó que no se trata de que los latinoamericanos no seamos capaces de dar origen a fuentes de empleo y resultados, sino que cuando lo hacemos es siempre de forma temporal. “Es como si fuéramos corredores de corta o media distancia, mientras que los asiáticos son de maratón”.
A ello se suma que somos una región con alto nivel de desigualdad, el segundo más grande el mundo, donde el 10 por ciento más rico se lleva hasta 60 por ciento del ingreso, y menos de un cuarto de ello se transforma en inversión productiva. “Existen los recursos para procesar las materias primas, pero las oligarquías optan por usar de otra forma sus activos”.
Aunque tenemos la capacidad de elaborar bien las cosas, como la industrialización de las materias primas, hacemos “más de lo mismo”, y no hay inversión que industrialice la madera o que transforme la piscicultura.
Dar el paso siguiente es en lo que fallamos fuertemente; somos incapaces de transformarnos, actualizarnos y subir en la escala del desafío tecnológico y del conocimiento. Enfrentamos la falta de flexibilidad productiva, sostuvo en la conferencia moderada por Noemi Levy Orlik, académica de la FE.
A su vez, Lorena Rodríguez León, secretaria general de la FE, explicó que el Seminario brinda la oportunidad de reflexionar y discutir acerca de una problemática que preocupa y ocupa, sobre todo a partir del contexto latinoamericano. Se trata de mesas en las cuales intervienen colegas de la Facultad, así como de otras latitudes e instituciones.
Fuente UNAM