- No se puede entender la historia sin conocer la paleontología, aseguró el divulgador Juan Luis Arsuaga Ferreras durante su charla en Mil jóvenes con…
Guadalajara, Jalisco, 3 diciembre de 2024.- Juan Luis Arsuaga Ferreras prefiere que le llamen profesor, de profesión, profesar. El paleontólogo de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) se pasa la mayor parte del tiempo en el campo, en la sierra de Atapuerca, donde se encuentra el mayor yacimiento paleoantropológico conocido, aunque él no lo llama yacimiento, sino proyecto, donde un equipo de 300 investigadores desentraña los secretos de la especie humana para encontrar las respuestas más básicas hechas, tanto por filósofos como por científicos: quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos. Arsuaga llegó al auditorio Juan Rulfo de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara acompañado del arqueólogo mexicano Leonardo López Luján, director del Proyecto Templo Mayor, para participar en el programa Mil jóvenes con…, charla en la que Juan Luis Arsuaga compartió sus atisbos de respuesta a las preguntas arriba citadas a partir de sus hallazgos sobre los antepasados del homo sapiens.
En su vida ocurrieron dos cosas que definieron el rumbo de su existencia: visitó una excavación que lo dejó perturbado tras observar el trabajo de los especialistas y leyó La guerra del fuego, de J. H Rosny, que es una novela prehistórica. La novela, contó, es enormemente fiel al conocimiento científico para el momento en el que fue escrita. Cuando se escribió (en 1911) se había descubierto un esqueleto sobre un neandertal que generó una imagen que trascendió hasta nuestros días: los homínidos eran descritos como seres erguidos que contaban con todos los prejuicios que se tenían sobre los pueblos primitivos, cuando los europeos metían en un mismo saco a los aborígenes australianos, a los nativos americanos o a los cazadores de la Amazonia: todos los pueblos sin escritura les parecían inferiores, sin inteligencia, incapaces de expresar emociones o de controlar sus pasiones.
El impacto en Arsuaga fue tal que cuando jugaba con otros niños él era el único que quería ser un aborigen australiano. Al conocer la vida nómada que llevaban, sus problemas, le parecieron admirables. Descubrió que no era verdad lo que los antropólogos decían sobre los pueblos primitivos, que tenían una mayor riqueza y quienes en verdad habían perdido su humanidad eran los humanos. “Los inferiores éramos nosotros”, señaló.
Eso lo alentó a convertirse en paleontólogo. “La gente cree que uno se pone a buscar fósiles en la mitad del campo y no es así, cuando uno hace etapa de prospección, lo hace donde haya condiciones para un asentamiento humano, donde se conserven vestigios de animales o plantas. Una creencia generalizada es que los descubrimientos se encuentran por azar; nada aparece por azar, se debe a que miradas expertas encuentran los sitios de lo que buscaban”.
La importancia de Atapuerca es que se trata del proyecto científico más importante en lo que se refiere a la evolución humana, donde se han hecho descubrimientos espectaculares que le han dado la vuelta al mundo, como la pelvis que fue bautizada como “Elvis”. Arsuaga explicó que la trascendencia de haber encontrado una cadera es que esta es la parte el esqueleto que nunca se conserva porque es muy ligera. La gente piensa que si levanta una pesa mucho, pero la pelvis no pesa nada, está hecha de hueso esponjoso, con mucho aire, poco denso. Si no fuera ligera, no podríamos andar. Antes, la única pelvis descubierta era la de la famosa Lucy, un australopiteco. Elvis sigue siendo la única pieza completa del registro fósil de la evolución humana, y se recuperaron todas las vértebras.
El que conoce la pelvis, afirmó, lo sabe todo, pues tiene que ver con el sexo, con la reproducción, con el parto, con la evolución, la fuerza corporal y con el estado de desarrollo del recién nacido. La pelvis también determina cómo llegan los recién nacidos y su desarrollo posterior, es la llave que abre toda la evolución. Estos hallazgos, añadió, han cambiado los paradigmas de la evolución humana en Europa. Aun en 1994 se creía que la humanidad había llegado hace medio millón de años, y ahora se sabe que fue hace casi un millón de años.
Arsuaga afirmó que sin la paleontología y la arqueología no se podría comprender la historia, pues esta requiere de una nueva línea de interpretación en la que los protagonistas no son personas que interactúan solamente, sino que también son parte de un territorio que los condiciona. La historia no se puede desligar del lugar de donde ocurren los hechos: el colapso de los recursos incide en el colapso de una civilización. “Si no conocemos el planeta, el clima, la geografía, no podremos hacer frente a los desafíos”.
El mensaje que el profesor dedicó a los jóvenes es que nada se consigue por azar. Eso sí, es importante estar atento ante las oportunidades que nos proporciona la vida. Hay que saber verlas, entenderlas y agarrarse de ahí, pues no ocurre nada si se está sentado en su casa.