Eduardo Salazar Elizondo
Agencia Reforma
MONTERREY, NL 20-Jan-2024 .-¿Y qué busco en las cosas
sino tu huella llameante.
tu herida luminosa en los ramajes
trémulos de los pájaros?
Nacido en Barcelona el 20 de enero de 1924, el poeta, filósofo y ensayista Ramón Xirau padeció como muchos otros la Guerra Civil Española; de esta manera pasa desde adolescente al exilio, en Marsella, lejos de sus padres, hasta que finalmente la familia se reúne y puede establecerse en México.
A 100 años de su natalicio, la huella que dejara su pensamiento y la claridad de su poesía ha sido y seguirá siendo apreciada. Entre muchos otros reconocimientos destacan el Premio Internacional Alfonso Reyes (1988) y el IX Premio Internacional Octavio Paz de Poesía y Ensayo (2009).
Para este apunte me remitiré al libro «Homenaje a Ramón Xirau», que es una sentida celebración a su trayectoria y figura (El Colegio Nacional, 2018). En estas páginas encontraremos cinco perspectivas, mismas de las que a continuación doy detalle.
Primera instancia
En el acercamiento que hace Juan Villoro se refiere y cita al mismo Xirau como una «Herida luminosa», una vida marcada por el doloroso exilio y otras vicisitudes que sabe llevar, íntegramente, amparado y acompañándose de una fe inquebrantable.
Sin duda, el eje central en donde gravitan los trabajos y preocupaciones del maestro es la poesía, la poesía como una forma privilegiada (repito) de entender al mundo, entenderlo más allá de las formas, el poema como un acto de creencia.
Villoro, subraya y puntualiza también sobre la importancia de compartir esa creencia:
«Todo diálogo requiere de una doble vía. La apertura hacia los demás sirvió a Xirau para corresponderles con una voz única, distintiva, necesaria. Cierto: fue un hombre puente (como lo refirió Octavio Paz); supo reunir voces ajenas y se acercó a ellas, pero también habló en el tono singular de quien conoce un espacio diferente: el Mediterráneo evocado desde una ventana en el exilio».
Segunda instancia
En su libro quizá más emblemático, «Poesía y conocimiento», queda sellada la vocación generosa del ensayista: descubrirnos el mundo a través de sus lecturas, lecturas principalmente orientadas para privilegiar a los poetas y sus obras.
Adolfo Castañón sigue haciendo énfasis en la importancia del humanista que nos invita a conversar, porque Xirau nos aproxima a los grandes escritores y poetas no desde la crítica que ensalza o condena, sino desde la propuesta de una lectura, una forma de conversar.
Ciertamente, hoy en día, esa conversación nos queda restringida a su obra, pero en vida Xirau lo manifestaría de muchas y muy variadas maneras: » los libros, las clases, las conferencias, las revistas, las traducciones, los seminarios, las tertulias, los encuentros con los amigos. La lectura es a la vez un acto solitario y colectivo. El lector está consigo mismo y está afuera».
Tercera instancia
En otro ensayo de este libro ya referido, Mario Lavista destaca los acercamientos de Ramón Xirau con la música, pero sobre todo la curiosidad del pensador, del hombre que se sabe en el mundo como una contingencia que trata no sólo de explicarla, sino de vivirla:
«Como la curiosidad intelectual de Ramón no conocía límites, podía ir fácilmente de sor Juana a John Cage. Le atraía y le interesaba el empleo del azar en la estructuración de una pieza musical. Apuntamos que esto tenía que ver con la noción de ‘obra abierta’ -opera aperta- de la que habla Umberto Eco en varios de sus textos».
Mario Lavista, cierra su escrito transcribiendo dos poemas de Ramón Xirau: «Mozart» y «Escuchando a Messiaen». En este último se destaca, que incluso dentro del contexto musical, el silencio cumple una función privilegiada:
Campanas las campanas
Escuchad el campo
silencioso
no se sabe bastante no se sabe nada
o todo es fuego latente
de desconocimiento.
Cuarta instancia
En «Diálogos con el tiempo», Eduardo Matos Moctezuma, reconocido arqueólogo y antropólogo mexicano, destaca esas dos facetas que conforman la esencia en el oficio del escritor catalán: «Si la filosofía es la forma de entender al mundo, bien pudiéramos decir que Ramón Xirau aprehendió el mundo, lo hizo suyo y lo convirtió en poesía».
Vayamos entonces ahora a la poesía de Xirau, cómo se visualiza y claro, cómo lo manifiesta: «Todo poema es visible, no explicable». Así lo refirió él mismo en el prólogo a su libro que reúne toda su poesía (FCE, 2007).
Años más tarde da una entrevista para «Nexos» (julio 2017), entonces Xirau deja en claro esa comunión vital de su poética, donde el mundo visual y el auditivo, se arropan:
«La poesía que yo escribo es, claro, básicamente imagen pero también sonido y ritmo. Y el sonido y el ritmo son cosas que se llevan desde la infancia y que es muy difícil cambiar Si escribo en catalán es porque así lo siento, no por un prurito de afirmación nacionalista, no».
A continuación transcribo dos poemas con una referencia evidente a un fruto, pero que dada la imagen que se propone en los versos sugiere entonces una espiritualidad que pareciera madurar junto a la plenitud de esos frutos:
Las fresas rojas
son rojas,
las nubes blancas
son estas nubes blancas,
la hoja verde amarilla
es verde es amarilla,
la muchacha clara
es la muchacha clara,
las olas azules
son las olas azules,
todo está en todo menos Tú,
rojas, las fresas
¿sangre? no sangre
fresas, campo en el alba.
…
a Octavio Paz, en su aniversario
Rojas las cerezas,
rojo el claustro iluminado
de vidas limpias. Claridad.
¿El sol, cántico de fuego?
Rojas las cerezas-
todo luz, todo mar
todo claustro.
Quinta instancia
A continuación, de su serie de poemas «Gradas», unas líneas que inciden en imágenes muy cercanas a la vida del poeta:
XI
Barcas de mar azul,
los olivos ramos y remos de todo pájaro
hablan, cantan, Gregorio, con luz
que no admite tinieblas. Se abren los libros,
se abren todos los signos -barcas, barcas-
las estrellas nos miran lentamente,
cierran sus ojos las bahías. El arco de la luz
a pesar de Dolor, canta, todo canta,
cuando las naranjas maduras, en el campo
verde caen y son luz,
ah, mar, de barcas, barcas, barcas,
en la bahía abierta, en el cristal
de la bahía de las barcas, barcas, cuando
las naranjas se abren en el cielo.
Volviendo al libro-homenaje que publicó el Colegio de México, en esa quinta instancia que cierra el ejemplar, la poeta Elsa Cross le dedica a su sentida memoria, un poema de largo aliento: «Olas».
En sus versos se hace evidente la generosidad del maestro, su obstinación por la luz y por la claridad de pensamiento:
Y tu terca fidelidad
a algún momento fijo en la memoria,
una palabra a punto de decirse,
florecimientos apenas pronunciados
antes de la catástrofe.
Tu terco afán de luz
sostenido
de un hilo frágil
en medio del desastre
y la caída a fondo
para surgir de nuevo-
como en tus labios
siempre
una sonrisa amiga
y el corazón a flor de piel.
Ramón Xirau muere en el año 2017. Con 93 años de vida generosa y apasionada trayectoria por el pensamiento filosófico y artístico no se puede más que regresar sobre sus pasos y recrearnos en su visión del mundo marcada por la poesía.