- La ensayista y escritora española Irene Vallejo y el artista gráfico Tylo Alba contaron cómo fue la adaptación de El infinito en un junco al lenguaje gráfico.
Guadalajara, Jalisco, 30 noviembre de 2024.- Sin siquiera proferir una palabra, Irene Vallejo hizo explotar en vítores y aplausos al auditorio Juan Rulfo de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. La audiencia, que había llenado el recinto desde casi una hora antes, recibió eufórica a la escritora y ensayista española, quien visitó la FIL para participar en la charla “Dibujar el mundo, la invención de los libros”, en la que habló del proceso creativo para realizar la versión gráfica de su obra El infinito en un junco, llevada al cómic por Tyto Alba. La escritora Raquel Castro fue la encargada de dirigir esta actividad del Programa Literario dentro de la edición 38 de la Feria, que tiene a España como país Invitado de Honor.
Castro cuestionó en principio cómo fue hacer esta nueva versión de El infinito en un junco. Tras agradecer el caluroso recibimiento, la española dijo que considera que la gente no ha rendido suficiente homenaje al cómic y a las historietas, pese a que leer estos formatos ha sido una forma de muchos lectores de adentrarse en la literatura. “Ahí había un desafío, un reto que aceptó Tyto”.
El dibujante, por su parte, relató que para él fue un proyecto muy complicado llevar a las viñetas un ensayo que habla de tantas historias y referencias de libros, películas y demás. “En el cómic, como arte, es muy importante el asunto de las secuencias, en ese sentido es más parecido al cine. Entonces, condensar tantas cosas era muy complicado, pero me gustaba tanto el libro que me lancé a hacerlo sin pensar mucho”, dijo Alba.
Tyto confesó que antes de que le propusieran el proyecto no conocía el libro y mucho menos a Vallejo, lo cual resultó en algo positivo: si lo hubiera leído antes se habría asustado, sabiendo la gran responsabilidad de dibujar la compleja historia y considerando el enorme éxito del libro. “Fue bueno, quedo como un ignorante, pero fue bueno. Luego ya fui leyendo, y fui entrando en pánico”.
En definitiva, no fue tan fácil, pues Alba recordó que tras el lanzamiento de la primera edición hubo mucha retroalimentación de lectores que reclamaban que muchos de sus pasajes o personajes favoritos del libro no aparecían en la versión gráfica, por lo que en el lanzamiento de la segunda edición tuvo la oportunidad, con una mayor colaboración de Vallejo, de incluir lo que había quedado fuera.
En total fueron dos años de trabajo durante los cuales Vallejo lo alentó a experimentar con diversas técnicas de dibujo para traducir el texto a las imágenes. Alba compartió que se vio en la necesidad de generar imágenes computarizadas, pese a que está acostumbrado a dibujar siempre a mano. También compartió que trabajó al menos dos veces en cada personaje para hacerlo más parecido a la descripción del libro, para lo cual buscaba comunicarse constantemente con la escritora para hacerle lo que ella calificó como “preguntas extrañas”. Por ejemplo, ¿los romanos llevaban algo más que sandalias? ¿Qué hacían cuando hacía frío?”, recordó la española.
“Luego, porque soy muy paranoico, si [el libro dice que el personaje] está sentado en una silla quiero saber qué sillas usaban los romanos, para no hacer una cualquiera y que luego un entendido en la antigua Roma diga, ‘Qué mal hecho está esto’. Me obsesiono y paso un día buscando sillas”.
Pese a ser un cómic, Tyto afirmó que es un libro para adolescentes y adultos porque hay escenas muy fuertes, por ejemplo, se puede leer en el libro sobre una batalla, pero en el dibujo se apreciará cuando a un soldado le cercenan un brazo, por lo que no sería muy adecuado que un abuelo le comprara una obra de ese impacto a su nietecillo.
Otro cuestionamiento a Vallejo fue en qué difiere este trabajo a la obra previa. Y aunque afirmaron que nada quedó fuera, consideró que pudieron ser los momentos autobiográficos del libro, toda vez que ella y su familia fueron dibujados como personajes del cómic. Para esto, Alba siempre le pedía fotografías, por ejemplo para ilustrar cuando la madre de Irene le leía cuentos antes de dormir. Esto, compartió la española, fue sorpresivo y placentero para su familia, pues su madre y su hijo, Pedro (llamado así por Pedro Páramo, el personaje creado por Juan Rulfo), quienes nunca pensaron que aparecerían dibujados en un libro.
Desde su publicación en 2019, El infinito en un junco se ha traducido a 40 idiomas y publicado en 70 países.