Vicente Flores Hernández
Agencia Reforma
Ciudad de México 2 enero 2024.- El 1 de enero de 1994, Andrés había tenido la mala suerte de ser mordido por un perro rabioso y se sometía a un tratamiento de 14 inyecciones. Al salir en busca de medicamento, se encontró con otra forma de la rabia. Los zapatistas habían tomado San Cristóbal de Las Casas.
Desde entonces, Andrés no ha dejado de recorrer el estado de Chiapas. El joven que a los 20 años caminaba por calles sin luz eléctrica en busca de una farmacia, ha encontrado remedios para la desesperanza en el movimiento que transformó las condiciones de vida en una región del tamaño aproximado de Bélgica y que ha influido en las luchas sociales de numerosos países.
Antes que Seattle y Porto Alegre, la lucha de los pueblos mayas inauguró la protesta mundial contra los desastres de la globalización.
Viajé en compañía de Andrés al Caracol Dolores Hidalgo. En el trayecto, hablamos de la inseguridad que mantiene al país en la zozobra. El tramo de San Cristóbal a Ocosingo, supuestamente patrullado por la Guardia Nacional, se consideraba peligroso. En cambio, el trayecto de Toniná a Dolores Hidalgo ocurriría en un país dentro del país donde se daba la bienvenida a los visitantes con la ironía que ya tipifica al EZLN: una manta decía «Despierten dormilones», y otra «¿A qué viniste? ¿Le entras o no le entras?».
El paisaje, cubierto de una vegetación en la que los pinos alternaban con las palmas, parecía citar a Goethe: los cerros nos rodeaban de modo imponente pero «en cada cima imperaba la calma». Andrés improvisó un aforismo para explicar la tranquilidad circundante: «La gente cuida a la gente». No nos podía pasar nada si éramos muchos y, sobre todo, si éramos bienvenidos. El 29 de diciembre, 899 participantes se habían registrado en la Universidad de la Tierra en San Cristóbal para asistir al doble aniversario zapatista: cuarenta años de lucha y treinta del levantamiento. La cantidad de participantes se incrementó con las comunidades indígenas que llegaban por distintas rutas y con los que se inscribieron en el Caracol mismo. En uno de los primeros comunicados sobre el festejo se advirtió de la violencia que campea en Chiapas. Sin embargo, los peregrinos concurrieron en masa a visitar a los profesionales de la esperanza.
Lo primero que se comentaba en las casetas de madera donde humeaban las