Por Edgar Hernández*
Ahora que el impresentable Cuitláhuac García se da vuelo acusando a gobiernos pasados de todos los males de Veracruz y presumiendo logros sociales, financieros y de seguridad pública inexistentes conviene recordarle la brutal miseria y fracasos múltiples que nos hereda.
Ahora que habla con orgullo de un Veracruz que está en séptimo lugar en seguridad exhibiendo documentación falsa habría que regresarle a la memoria que antes de irse con Claudia Sheimbaun nos deja siete cárteles delincuenciales.
Que la lista de desaparecidos rebasa los siete mil y que Veracruz se encuentra en segundo lugar en feminicidios. Vaya, que él mismo desde que inició su sexenio nunca abandonó el récord de estar colocado entre los cinco peores gobernadores.
Hoy que presume carreteras y puentes que solo existen en su memoria de teflón habría que recordarle en los 200 0 202 municipios que existen en el discurso de la “Cleopatra” Rocío Nahle, no hay siquiera registro de caminos de terracería y sí licitaciones sin concurso -vaya, sin obra real- y que los subejercicios nos dejaron en la miseria.
Y si a él ya se le olvidaron, a la ciudadanía no que son 62 mil millones de pesos en deuda pública que nos hereda a pesar de que su tramposo responsable de finanzas proclama orgulloso una reestructuración y saneamiento financiero que solo existe en su cartera.
El “Cuícaras”, ese bailarín de salsa y experto en chapear camellones y pintar bardas Cuitláhuac García grita orgulloso que pasa la prueba del ácido de la honestidad cuando en los hechos no solo permitió en su sexenio el saqueo de las arcas públicas, sino también apartó lo suyo vía su primo, el subsecretario de Finanzas, Eleazar Guerrero tras repetidas como sospechosas visitas a paraísos fiscales en el Caribe.
¿Y lo del patrocinio de la precampaña de Nahle?
Para nadie es desconocido que una elección de Estado cuesta y mucho. Es dinero público que desaparece o se traduce en propaganda, espectaculares, pintas, acarreos, lonches, las diez Suburban en que se mueve esta dama cuyos delicados pies no tocan el lodo.
Ella flota.
No para en la terracería ni visita municipios donde no haya hoteles, ni comida de postín.
Eso es lo que nos deja este raro señor, bueno ni tan señor, esta rara persona que en mala hora llegó a gobernarnos.
Intolerante con las mujeres, menos si son periodistas, con repetidas pataletas y arañazos a sus enemigos, un cantadito al hablar y manotear afeminado queriendo parecerse al Peje y con argumentos envidia para cualquier comediante de carpa.
Ese es el perfil de quien se va.
Así que no nos venga a decir que nos deja un Veracruz en paz y progreso cuando el encabronamiento de la gente está a flor de piel, así como una creciente miseria arraigada a la extrema pobreza.
Que no nos diga que hereda a los ocho millones de veracruzanos una entidad pujante cuando basta salir a la calle para observar lo contrario.
Y que no nos presuma libertades cuando más de mil 200 presos políticos están en las cárceles y más de 13 periodistas han sido asesinados en su mandato.
Que no se atreva a hablar del nuevo Veracruz cuando retrocedimos décadas en el progreso.
Ese es su legado y no otro.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo