Francisco Morales
Agencia Reforma
Ciudad de México 5 diciembre 2023.- Hace más de una década, un amigo le hizo llegar a la escritora Guadalupe Loaeza un artículo periodístico de 1951 cuyo titular la impactó profundamente: «La mujer mejor vestida de México, a Lecumberri por adulterio».
Un reporte en la sección de nota roja del Excélsior que es la semilla de su más reciente novela, La amante de Río Nilo (Planeta), y que la autora y columnista, con su insigne sentido del humor, tradujo a términos actuales.
«De ser ‘Totalmente Palacio’, termina en el ‘Palacio Negro’ de Lecumberri», bromeó al mediodía de este martes, en la presentación del libro en la terraza del Hotel Círculo Mexicano.
Luego de una exhaustiva investigación hemerográfica y de los documentos judiciales del caso, Loaeza logró trazar la historia de Suzanne Avramow, una judía sefardí que huyó de su natal Bulgaria durante la Segunda Guerra Mundial y llegó a convertirse en la sensación del jet set mexicano de los años 40.
Se trata de una historia que la autora de Las niñas bien y Las reinas de Polanco trata desde la indignación, pues el encarcelamiento de Avramow ocurrió a partir de un montaje orquestado por su esposo, el industrial Paul Antebi.
Como una treta para deshacer el matrimonio por bienes mancomunados, el empresario convenció a su amigo Robert Gilly, quien le debía dinero de apuestas, para que sedujera a Avramow y le tendiera una trampa para denunciar el adulterio.
«Se hace un escándalo social. Imagínense, para una sociedad, la burguesía mexicana, que es doble moral, hipócrita, clasista, racista», expuso la escritora. «Una sociedad muy hipócrita que le da la espalda».
Ante un nutrido grupo de lectores, Loaeza se hizo acompañar de la escritora Sophie Goldberg, cuyo libro El jardín del mar, sobre su abuelo búlgaro, sobreviviente del Holocausto, le sirvió como fuente documental para entender a Avramow.
«(Loaeza retrata) la dualidad de una mujer que viene saliendo de un país ocupado por los nazis y llega a este paraíso, porque no podemos negar que nuestro México ha sido, es, y -esperemos- seguirá siendo un paraíso, más para alguien que viene refugiado de la guerra», reflexionó Goldberg.
Este pronunciado contraste es evidente en la reconstrucción que Loaeza hace del México de los años 40 y 50, sobre todo de la frivolidad, el derroche y el desinterés de la clase alta durante el alemanismo.
Uno de los temas que la escritora ha abordado consistentemente en sus libros y para el que, en esta ocasión, se apoyó en su colección de todos los números de la revista Social del periodo tratado en el libro.
«Parecía que vivíamos en otro mundo. No se referían, en ningún momento, a lo que estaba pasando en Europa, lo cual me indignaba, lo confieso, porque era la Segunda Guerra Mundial, porque estamos hablando de los campos de exterminio, de los campos de concentración, pero no se hablaba en México de eso», lamentó.
«El contraste es tremendo», concordó Sophie Goldberg. «De un lado del mundo está muriendo gente en cámaras de gas y aquí están haciendo fiestas y tomando champagne».
Este fresco de la época, pletórico de nombres de la clase alta y de la cúpula política, social y artística, también denuncia el machismo con el que fue tratada Avramow, cuando el adulterio era únicamente sancionado para las mujeres.
«Robert Gilly se fue a su casa, no pernoctó en Lecumberri; nada más Suzy», criticó Loaeza, sobre la emboscada que le tendió, orillado por Antebi, en una esquina de la calle Río Nilo.
Además del retrato de una mujer culta -fatídicamente similar a su admirada Madame Bovary-, que provino de la desgracia para envolverse en el lujo y la opulencia, el libro fue una oportunidad para que Loaeza se insertara en un episodio de la trama, a través de un encuentro con la protagonista en el Hotel Reforma.
«Se incluye en la historia, siendo ella niña, y a su mamá, Lola Tovar, también la incluye», celebró Goldberg. «Con ese sabor maravilloso que le imprime a todo».
Al término de la presentación, con una terraza abarrotada, los lectores pudieron disfrutar de canapés y mimosas, además de irse a su casa con la firma de Guadalupe Loaeza, quien anunció que todas las ganancias del libro serán donadas a la Cruz Roja de Acapulco.
Un tributo para ese puerto añorado, hoy necesitado de apoyo, que Suzanne Avramow visitó con Robert Gilly y que la autora retrató en el libro Acuérdate de Acapulco.