Martín Quitano Martínez
“Prohibieron reírse del chiste
De su triste gobernar
Prohibieron el desarrollo
Del futuro nacional
Yo creo que la única forma
De darle a esto un final es
Prohibido olvidar”.
Rubén Blades
El llamado a la serenidad y la paciencia, la recomendación de la cabeza fría voló por los aires cuando se trató de algo que realmente le importa, no el país, no las desapariciones o los migrantes, sino la enorme molestia que le hizo exigir que dejaran en paz a su mentor. En su opinión, el caudillo debe gozar de tranquilidad con sus recuerdos bienaventurados. Aparentemente retirado de la actividad pública y alejado de los mundanales espacios que son los problemas cotidianos que dejó en casi todo, es preciso que tenga tranquilidad.
Insistir en tenerlo presente es muy molesto. El hombre austero que vive en la rutina de ser ahora un escritor de sus memorias y legados, sin ninguna incursión pública que no sean sus amables recuerdos merece estar en paz. El antaño ruidoso líder, convertido de un día para otro en silencioso escribano, no tiene que ser incomodado, dice la presidenta. Diría el lenguaje común que ya lo pasado, pasado, aplicable eso sí, solo para el sujeto que, encandilado con sus musas, llena folios de líneas que serán su testamento político y tal vez algo más.
Es ridícula la defensa presidencial cuando se refiere al personaje que ha fundamentado su discurso en burlarse y hacer escarnio y señalamientos a sus antecesores o adversarios. Un tipo que por años ha utilizado los micrófonos nacionales para ridiculizar, junto con su ahora defensora, de los que ya no estaban, para mostrar los horrores de sus equivocaciones, de sus acciones arbitrarias, de sus complicidades, de sus maniobras sucias y corruptelas evidentes. ¿Porqué ahora que le toca ser el expresidente, no tendría que ser señalado en su ineficiencia, en sus corruptelas y omisiones, en sus coberturas y complicidades?, ¿cómo dejar de recordarlo en la cauda de horrores que ha dejado a su paso como primer mandatario del país? Que se le deje en paz, ¿porqué?
Cada día va quedando más claro que la larga marcha del caudillo al poder, fue pavimentada por mucho más que el justo clamor social frente a los agravios de los últimos 40 años de ejercicios públicos y políticos que abusaron y rompieron las posibilidades de millones. La construcción de sus candidaturas y su arribo al poder fue forjada a través de muchos compromisos que marcaron para siempre su pésima gestión, desenmascarando al gatopardo de la cartera con 200 pesos.
Los horrores que no se combatieron en cuanto se tuvo el poder y que profundizaron la corrupción, el cinismo, la mentira de la trilogía que se suponía sustentaba sus acciones de gobierno, quedan expuestos como lo que fueron realmente, una construcción de papel. Abiertamente se mintió, se robó y se traicionó, y entonces ¿por qué tendría que dejársele en paz?
Por más que la presidenta trate de minimizar los hechos, la brutalidad y el horror de lo encontrado en Teuchitlán, obliga a replantear la discusión pública de lo sucedido los últimos seis años, quedando eliminada la posibilidad de exonerar por decreto desde el atril presidencial al anterior inquilino de palacio.
Déjenlo en paz dice, mientras el sonido de las exclamaciones de la rabia digna frente a la falta de empatía, de solidaridad de un gobierno y su presidenta más apesadumbrada y encolerizada por lo que se dice de su patriarca que por lo que representan los zapatos, la ropa, mochilas, recuerdos y huesos, que son una muestra de nuestra tragedia como país.
¿Cómo podríamos dejarlo en paz y pasar por alto tanto horror y dolor?
Al contrario, habrá que insistir para que, más allá de que la historia lo juzgue, debemos exigir que rinda cuentas por eso y muchas cosas más.
DE LA BITÁCORA DE LA TÍA QUETA
Noroña, ejemplo de la ruindad y la hipocresía de los pseudotransformadores.
X: @mquim1962