Yanireth Israde
Agencia Reforma
Ciudad de México 28 febrero 2025.- Recientes estudios sobre el significado de Cuauhtémoc, que lo asocian a un águila en descenso para cazar una presa, en lugar de la acepción más divulgada: un águila que se desploma y cae, trascienden la aclaración etimológica y contribuyen a perfilar al gobernante, célebre por su arrojo y por su trágico desenlace.
Así lo subraya Miguel Pastrana, investigador del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM.
A 500 años de la muerte del último Tlatoani mexica, que se conmemoran este viernes, el académico asevera que la interpretación de Cuauhtémoc como «águila que cae», difundida en las escuelas y en otros ámbitos académicos y sociales, carece de sustento.
«A mí me lo enseñaron en la escuela, en la universidad y en muchos libros viene. Al hacer la investigación con el equipo que coordinó el arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma, surgió el asunto (y dijimos): ‘Vamos a revisar esto otra vez’. Busqué las referencias; no encontré ninguna», comparte Pastrana en entrevista.
«Cuando no encontré nada», prosigue, «consulté con varios colegas, y la conclusión es que (el uso de ‘águila que cae’) se trata de una tradición académica. Eso no quiere decir que mañana no pueda encontrarse un nuevo documento, otra referencia, pero lo que tenemos ahorita es que esa aseveración es de principios del siglo 20 y es una aseveración que se funda en la idea de que (el nombre) es una alegoría».
Fue el antropólogo alemán Eduard Seler quien propuso el significado de Cuauhtémoc como «sol en el ocaso», porque lo interpretó en términos alegóricos, añade Pastrana.
«Sabemos que el águila es un símbolo solar, no nada más en Mesoamérica, sino en el mundo entero, y él aseguraba que se trataba de una metáfora del sol en el ocaso».
Seler tomó entonces la escritura jeroglífica de Cuauhtémoc como ícono, como una imagen que transmitía un concepto y no como una palabra escrita en náhuatl.
Sin embargo, previene Pastrana, el nombre Cuauhtémoc sólo se puede obtener si se lee en lengua náhuatl, y no en otra, los signos fonéticos usados para escribir su nombre, que se compone del sustantivo cuauhtli, «águila», y de temoc, forma del pretérito del verbo «temo», que significa «bajar» o «descender».
Así el nombre significa «bajó o descendió como águila».
«La precisión, aunque aparentemente sutil, es relevante, pues por una parte es claro que no es lo mismo ‘caer’ del quinto piso de un edificio que ‘bajar’ del mismo; por otra parte, no se trata de un cuauhtli o águila que bajó, sino de alguien o de algo que descendió a la manera de un águila», argumenta Pastrana.
Las águilas, cuando descienden, según contrasta, no lo hacen para morir, sino para cazar.
«El sentido del término sería ‘aquel que ataca, que defiende, que combate a la manera de un águila, que asemeja a un águila’. ¿Qué quiere decir eso? Pues atacar, arremeter, combatir en el campo de batalla».
Además, Cuauhtémoc, añade Pastrana, era un guerrero, producto de la política educativa de Motecuhzoma Xocoyotzin, también conocido como Moctezuma II.
«Encarna los valores que el anterior Tlatoani infundió: autocontrol, dominio, valores masculinos, agresividad, combate, valentía, es producto de esa educación. De cobarde no tenía nada.
«Tanto en el nombre, pero sobre todo en sus acciones, él está manifestando esos valores sociales de una sociedad que, recordemos, es una sociedad hegemónica, es una sociedad poderosa, una sociedad grandilocuente, maravillosa, pero a costa de explotar a medio mundo».
Aunque el término «águila que desciende» es citado en diversas fuentes, suele usarse de mono paralelo a «águila que cae»; el nuevo estudio lo que determina es la inexactitud de este último.
El misterio tras el suplicio
Atormentado con aceite hirviendo y fuego en sus pies el 13 de agosto de 1521, Cuauhtémoc se convirtió en un héroe trágico al que la revista Arqueología Mexicana dedica su más reciente número especial: «Descendió como un águila».
La publicación aborda, además de la escritura, etimología y significado del nombre del Tlatoani, aspectos como su linaje, su tortura, la frase que habría dicho («¿acaso estoy en un lecho de rosas?»), la construcción del héroe y la búsqueda de sus restos, en artículos escritos por integrantes de un seminario, entre ellos Pastrana, que tuvo sede recientemente en El Colegio Nacional, coordinado por Matos Moctezuma.
Cuauhtémoc sobrevivió al suplicio y el 28 de febrero de 1525 Hernán Cortés lo ejecutó en un juicio irregular durante una expedición a Las Hibueras, en la actual Honduras, organizada para castigar al capitán Cristóbal de Olid, que se había rebelado contra su autoridad.
Llevó con él al Tlatoani y a la Malinche, además de los monarcas aliados Tetlepanquetzal y Cohuanacotzin, y los capitanes Ecatzin y Temilotzin, por temor a que pudieran sublevarse contra los españoles durante su ausencia.
Por la sospecha de una rebelión, Cortés ordena la ejecución de Cuauhtémoc, quién es ahorcado.
Lo ocurrido con él entre 1521 y 1525 constituye una laguna histórica, advierte Pastrana.
«Tratamos de revisar a un personaje histórico en su complejidad como ser humano, pero también en su complejidad como símbolo, pero siempre que el símbolo no nos oculte a la persona, que no la deforme, que no le atribuyamos cosas inhumanas a alguien humano, sino verlo en su contexto, y también reconocer cuando tenemos estos huecos, como el periodo de esos cuatro años entre que lo apresan y se va a Honduras».
La publicación de Arqueología Mexicana es la primera biografía colectiva del Tlatoani, quien también es recordado a 500 años de su muerte en el Museo del Templo Mayor con la muestra Cuauhtémoc, Historia y memoria, que permanecerá abierta hasta el 27 de abril (Seminario 8, Centro Histórico).