Citlalli Medina
Agencia Reforma
Guadalajara, Jalisco 2 febrero 2025.- Enrique Ponce se despidió de Guadalajara con dos faenas para atesorar.
Cuando surge el arte y las emociones, los trofeos quedan de lado y el público tapatío se rinde ante una figura del toreo mundial en la Plaza de Toros Nuevo Progreso.
La tercera corrida de la Temporada de Reapertura 2025 fue el marco del emotivo adiós del torero español, que de no ser por los aceros, hubiera salido a hombros por esa misma Puerta Grande que abrió en ocasiones anteriores.
La clase y elegancia del maestro Enrique Ponce deleitaron a los abarrotados tendidos. La mejor entrada hasta el momento, sin duda, fue convocada por el valenciano que les correspondió con el arte que rubricó en su loable trayectoria.
«Romancero», del hierro de Tequisquiapan, fue su primer toro al que lidió templadamente cuando desmayó la muleta por derecha y otras más por naturales. Las «poncinas» en redondo no faltaron en su repertorio para firmar una gran faena. No estuvo fino con la espada, pero el respetable se sensibilizó para sacarlo al tercio.
El cuarto toro de la tarde tenía la justa fuerza al que solo una figura de su talla lo puede hacer ver bien, mientras sonaban «Las Golondrinas». Con la muleta nuevamente relentizó el encuentro entre la tela y el animal para emocionar al público que aplaudía de pie su maestría.
El triunfo se le negó nuevamente en la suerte suprema, pero en reconocimiento a su carrera, el público despidió al torero de época con la vuelta al ruedo.
Los alternantes Leo Valadez y Arturo Gilio también lidiaron toros del hierro de Tequisquiapan de Fernando de la Mora y todos descabellaron en la lidia ordinaria.
Valadez cubrió los tres tercios y estuvo variado con el capote. Con la muleta, también, sobrado de recursos, pero mal con el acero y se retiró en silencio. Con el segundo de su lote sufrió complicaciones y al tirarse a matar, escuchó un aviso y pitos.
Leo regaló un toro con el que volvió a cumplir y el toro volvió a tardar en doblar, pero desde el palco complacieron la poca exigencia del público con una oreja y un inmerecido un arrastre lento.
Arturo Gilio caló en el tendido por sus buenas maneras, sobre todo en el tercio de muleta, primero al torear cerquita a «Huizache», el mejor toro de la tarde al que no pudo tumbarle por lo menos una oreja con la espada.
Con el cierra plaza también el torero de Torreón dejó muy buenas sensaciones en la lidia y lo volvió a dejar ir sin tocar pelo en la suerte suprema.