ORGULLOSO DE SU ODA MIGRANTE

Mario Abner Colina

Agencia Reforma

Ciudad de México, 2 febrero 2025.- En El Brutalista, el arquitecto László Tóth, migrante superviviente del Holocausto, es comisionado a edificar, en Pensilvania, un centro cultural que honre la memoria de la madre de su benefactor, el multimillonario industrial Harrison Lee Van Buren.

Para Adrien Brody, el actor que se puso en los zapatos del húngaro-judío Tóth y cuya aclamada interpretación podría valerle el segundo Óscar de su carrera, el largometraje es un monumento a su propia progenitora, Sylvia Plachy.

Prestigiosa fotógrafa, también migró de la Hungría de la posguerra a Estados Unidos, de los horrores del Viejo Mundo al Nuevo, y su travesía, considera el neoyorquino en entrevista, empapó la manera en que él encarnó las penurias e ilusiones de Tóth en pantalla.

«Su infancia difícil, perder su hogar, ser desplazada, tener que empezar de nuevo en otro país, todo eso… El viaje de László en la película es un eco al viaje de mi madre, de muchas maneras», comparte Brody.

«Es un honor tremendo no sólo hablar de ella, sino también de las luchas y esfuerzos de mis abuelos (refugiados igualmente)».

De 3 horas y 20 minutos (con un intermedio incluido), El Brutalista, de Brady Corbet, es una drama épico que abarca 30 años en la vida de este arquitecto ficticio de la Bauhaus, un edificio fílmico sobre la experiencia migrante, las grietas del Sueño Americano, el trauma de la guerra y el lado oscuro del capitalismo.

Realizada con sólo 10 millones de dólares, la cinta, que será estrenada el jueves en cines de México, ganó un premio en el Festival de Venecia, tres Globos de Oro y está nominada a nueve Critics’ Choice Awards, ocho BAFTA y diez Óscar.

Las dificultades colman al visionario Tóth, pues choca a menudo con su benefactor (Guy Pearce), quien lo admira y lo detesta por partes iguales, y no ha acabado de establecerse cuando se reencuentra con su esposa Erzsébet (Felicity Jones), otra víctima de la guerra con sus respectivas cicatrices.

A Brody le conmueve sobremanera cómo las almas artísticas son capaces de procesar el dolor y devolverlo con profundidad, y él tiene su propia interpretación del edificio brutalista que levanta Tóth sobre una colina.

«Esas estructuras brutalistas, con paredes que parecen fortalezas, lo representan a él y en lo que se ha convertido. En los pasillos enormes y desiertos, veo una sensación de pérdida y desierto en él.

«Y en los techos altos, de donde baja la luz hacia una cruz, como el de un poder superior, está un anhelo espiritual de sentirse completo, de hallar esperanza. Es hermoso explorar como actor y vivir dentro de algo que tiene tanta alma y tantas capas», agrega la estrella de 51 años.

Tóth resulta un contrapunto a otro de los hitos en la filmografía de Brody: el músico polaco-judío Wladyslaw Szpilman, otro superviviente del Holocausto, en El Pianista (2002), película de Roman Polanski con la que alzó su primer Óscar.

Para el intérprete, son personajes con circunstancias muy distintas, pero el haber encarnado a Szpilman, con una enorme inmersión histórica en aquel entonces, le ayudó a decodificar y e interpretar a Tóth, quien «sobrevivió eso y comenzó un viaje en busca de esperanza».

«Son dos pilares en mi trabajo. Ambos hablan del poder del espíritu humano, de crear luz mientras enfrentas la oscuridad, de la habilidad del espíritu humano de prevalecer y de la tenacidad que se necesita para ello.

«Al representar el pasado tenemos un recordatorio de que merecemos cambiar para ser mejores y construir un mundo mejor y más inclusivo para nosotros y los demás».

Otro de los temas de El Brutalista es el legado, el crear obras con ambición de perdurar, el arte como propósito de vida, y las constantes batallas de sus autores con los capitalistas que los auspician.

«Agradezco que el filme comunica tanto. Eleva a las películas independientes, habla también sobre lo que los cineastas desesperadamente tratan de lograr y los actores también. Habla de la fragilidad de nuestra existencia.

«La belleza de la narrativa artística es que abre la conversación y las conexiones humanas ante las dificultades que sufren otros. Necesitamos estar más presentes en esos temas».

ASÍ LO DIJO

«Estoy increíblemente agradecido, conmovido, por la efusividad con que se ha apreciado este trabajo. Había estado esforzándome para encontrar algo digno de este respeto, eso fue mi inspiración por años».

Adrien Brody, actor