Dalia Elena Gutiérrez Gutiérrez
Agencia Reforma
Monterrey, NL 13 octubre 2024.- Cuando estaba en la secundaria, Jaime era víctima de bullying. Sus compañeros se burlaban de sus dificultades para caminar y aprender al ritmo de los demás, lo agredían físicamente y lo humillaban frente al resto de la escuela.
Una vez lo hicieron sentarse sobre un hormiguero.
Teo, uno de los niños del salón, recuerda que muchos no estaban de acuerdo, pero sólo miraban de lejos sin hacer algo al respecto. Hasta que una niña decidió actuar.
«Escribió una carta donde relató todas las agresiones por las que pasaba Jaime y se la llevó a la directora, sin que ninguno de nosotros supiéramos», cuenta Teo.
«Un día llegó la directora, nos hizo sentarnos a todos en círculo y leyó la carta en voz alta. No sólo señalaba a los agresores, también a todos nosotros como testigos, haciéndonos ver que éramos cómplices por reírnos o no hacer nada».
Aunque las agresiones no cesaron por completo, cuenta el joven, fue una lección sobre cómo todos pueden hacer algo para evitar el acoso escolar.
¿Qué pueden hacer los padres para evitar que sus hijos se vuelvan agresores o víctimas de bullying? ¿Qué pueden hacer los niños y las niñas si son testigos?
EJEMPLO EN CASA
Se le llama acoso escolar o bullying a toda forma de agresión o maltrato psicológico, físico, verbal, sexual o cibernético que recibe un alumno por parte de otro u otros, de manera reiterada y sin provocación, y que puede ocasionar importantes consecuencias en la víctima.
Lo primero que pueden hacer los padres para evitar que sus hijos agredan a otros, según especialistas, es establecer una comunicación con escucha activa con ellos.
«Escuchar con mucha atención, sin interrumpir ni juzgar cuando platicamos», señala Jessica Martínez, psicóloga educativa en la Secretaría de Educación Pública.
«Esto va a ayudar a que tengan la confianza de expresarnos sus ideas, emociones y pensamientos, y desde aquí poder detectar si existiera un indicio de un comportamiento no adecuado, para poder actuar con prontitud».
En estas conversaciones hay que fomentar el comportamiento amable y respetuoso hacia todos los demás. La psicóloga recomienda hacer juegos con escenificación de posibles situaciones que se pueden presentar en el aula y así guiar sus comportamientos.
Una herramienta para el desarrollo de la empatía es trabajar en la identificación y validación de las emociones, apunta la psicóloga infantil Kasia Bareño Cabrera.
«Darle un nombre a lo que están sintiendo para que después puedan empatizar con las emociones de los demás, y saber que un comentario puede ser cruel para otro».
También es importante trabajar en el establecimiento de reglas y límites claros, así como la consecuencia de sus actos, añade.
Aunque cada vez son más comunes los casos de acoso digital, los especialistas observan que las agresiones verbales siguen siendo frecuentes en las escuelas, con casos de insultos y comentarios sobre imagen corporal, gustos y habilidades de los menores.
En este sentido se recomienda a los padres conversar sobre el respeto a la diversidad de ideas, cuerpos, gustos, procedencias y recalcar que las palabras tienen un peso importante.
«A veces lo toman como un juego», destaca Martínez. «Hay que hacerlos conscientes de que no es así: una ofensa siempre va a herir».
PONER EL ALTO
Lo ideal sería que nadie tuviera que defenderse de una agresión, pero la realidad es que usualmente es difícil evitarlo.
A nivel nacional un 28 por ciento de la población estudiantil de entre 12 a 17 años indicó haber sido víctima de acoso escolar en los últimos 12 meses (INEGI, 2022). Los números pueden ser mucho mayores, ya que muchos menores nunca lo reportan.
«Lo principal es que el que está siendo víctima puede identificar que es víctima», apunta Bareño. «Muchas veces normalizan ciertos actos violentos».
Una crianza respetuosa, fomentando la autoestima de los niños y validando sus emociones, va a ayudar a que puedan detectar cuando algo no esté bien.
También hay que enseñarles a poner un límite y expresar cuando algo los haga sentir mal.
«Aquí sería un rotundo alto: expresar claramente que eso que me estás diciendo o haciendo no me gusta», enfatiza la psicóloga Martínez.
En caso de haber puesto un alto, pero el acosador no detiene la agresión, es fundamental comunicarlo a una autoridad, ya sea un padre de familia o un directivo, quienes tienen la responsabilidad de actuar.
Hay ocasiones en que los niños piensan que el acoso se detendrá, apunta Martínez, pero se sabe que es lo contrario: va a escalar y puede llegar a violencia física.
«Decirle a los niños que pedir ayuda no los hace débiles», recomienda, «que hay situaciones que pueden afrontar solos y otras que es necesario apoyo».
La psicóloga también recomienda mostrar a los niños otras técnicas para resolver conflictos, como evadir situaciones problemáticas o la negociación.
Y también sugiere enseñarles a darle valor a las palabras, según de quién provengan.
«Lo importante es lo que papá, mamá y las personas que tú consideras tus amigos (te digan)», indica.
CONTRA EL ACOSO
Actuar contra el bullying siendo un testigo puede ser complejo, apunta la psicóloga Bareño, pues a los niños se les enseña a no involucrarse en situaciones de riesgo.
Su rol, sin embargo, puede ser decisivo y las especialistas aconsejan enseñarles a buscar hablar con una autoridad.
Hay veces que los estudiantes se detienen por el miedo de parecer los chismosos, por lo que hay que ayudarlos a diferenciar entre lo que está bien y lo que está mal.
«Empieza con el ser consciente de lo correcto y lo incorrecto», apunta la psicóloga Bareño. «Hasta dónde voy a diferenciar una amistad y una agresión».
En caso de detectar que un hijo está siendo víctima de una agresión, coinciden las expertas, los padres deben escuchar sin juzgar, creerle y hablar con las autoridades.
Y de llegar a descubrir que el menor sea un agresor, es siempre fundamental buscar ayuda profesional, pues se sabe que siempre hay una historia detrás de la violencia.