Francisco Morales
Agencia Reforma
Ciudad de México 29 julio 2024.- A 120 años de su nacimiento, Salvador Novo sigue siendo, ante todo, un autor decididamente problemático.
Un escritor de innegable maestría técnica que utilizó su talento, con gusto y en reiteradas ocasiones a lo largo de su vida, para proferir los más punzantes insultos y las burlas más maliciosas.
Baste recordar, por poner sólo un ejemplo, los versos que dedicó al investigador sorjuanista Ermilo Abreu Gómez, con quien sostuvo una enemistad intelectual que, se dice, incluso llegó a las agresiones físicas.
«Aqueste sorjuanete grafococo, / desmedrado, calvillo, yucateco, / cuyo padrote, eyaculado en seco, / le diera el semi-ser en semi-moco», escribió Novo, con perfecta métrica, al inicio de uno de los sonetos que hizo para su enemigo.
Tan amado como odiado por la intelectualidad mexicana de su época, y siempre temido por su pluma viperina, el autor se mantiene como un personaje incómodo que no empata con los estándares de supuesta virtud que promueven los homenajes oficiales.
«A mí Novo me gusta como una amiga problemática», reflexiona, afectuosamente, el poeta y ensayista Luis Felipe Fabre.
En su libro Escribir con caca (Sexto Piso, 2017), un volumen que se ha convertido con rapidez en una referencia básica para el estudio del autor, Fabre analiza la naturaleza problemática y contradictoria de Novo, pero también su talante radical e inspirado.
Un volumen de ensayos y poesía dramática que toma su nombre de la sentencia condenatoria que Octavio Paz lanzó contra él.
«Tuvo mucho talento y mucho veneno, pocas ideas y ninguna moral. Cargado de adjetivos mortíferos y ligero de escrúpulos, atacó a los débiles y aduló a los poderosos; no sirvió a creencia o idea alguna, no escribió con sangre, sino con caca», escribió el Nobel mexicano.
El libro de Fabre, más que reñir con la percepción negativa de Paz, encuentra mayor interés en reflexionar sobre las contradicciones que entraña Novo, un gran poeta y prosista que usó su don para escribir con malicia escatológica.
«Creo que cuando uno lee a Novo, uno lee el mayor talento aplicado a la cosa más baja; el don literario, que podría haber escrito una cosa sublime, aplicado para las materias más bajas», señala.
«Esa casi inadecuación es absolutamente fascinante».
Para Fabre, quien es autor de la pieza teatral Novo en el Mictlán, incluida en Escribir con caca, el escritor se rebeló a esa idea entronizada por los patriarcas literarios de que cada autor debe dejar para la posteridad una gran e indivisible obra mayor.
En su lugar, dejó grandes trabajos literarios que llegaron a circular incluso de mano en mano, en tirajes pequeños de autor, o únicamente para algunos pocos entendidos, como ocurrió con su libro La estatua de sal, publicado masivamente hasta 1998 y considerado por Carlos Monsiváis como el primer libro autobiográfico gay en México.
El que para Fabre es, sin más, uno de los proyectos más radicales de la poesía hispanoamericana del siglo 20 es un librito de poemas malévolos que ha tenido diversas encarnaciones y que hoy se consigue con el título de Sátira (1970).
Tras haber pasado décadas sin una edición que le hiciera justicia, el sello Alias, proyecto editorial del artista Damián Ortega, decidió rescatarlo como parte de su colección Antítesis, dedicada a artistas y pensadores mexicanos excéntricos.
«La idea es ofrecer al público una narración del arte mexicano ajena a todo convencionalismo», explica Daniela Gil, directora operativa de Alias.
«Así que la definición misma de la colección da lugar a esta obra de Salvador Novo, que es pertinente por radical, por su inclemente y juguetón desfile de referencias que bosqueja el círculo cultural de su época y por su maestría formal, servida con el más ácido e íntimo humor», abunda.
El editor, escritor, traductor y artista Jaime Soler Frost fue el encargado de recuperar este libro, que apareció por primera vez en 1955, con un tiraje de 15 ejemplares, y el título Poemas secretos.
En entrevista, Soler Frost explica que su edición de Sátira está basada en una que Novo publicara en 1970 con el crítico de artes escénicas Alberto Dallal, y que incluye una serie de poemas escritos entre 1926 y 1969.
«Es un libro un poco como un champurrado, no es un libro pensado como un todo, sino más bien como una acumulación, a lo largo de su vida, en su mayoría, sí, de poemas satíricos o burlescos», explica.
Una colección que llegó a adquirir una fama morbosa por el abanico de personajes que fueron ridiculizados por la maestría poética de Novo.
«Los tenía en su escritorio, guardados en una carpeta y, a quien se dejaba, les leía todos los que podía, y los iba acumulando, satirizando a todo el medio intelectual y artístico de México, incluso gente fallecida mucho antes, como Sor Juana», refiere Soler Frost.
Con un registro que va desde la ironía más fina hasta lo frontalmente escatológico, algunos de los «inmortalizados» en los poemas son personalidades como Jorge Cuesta, José Vasconcelos, Lupe Marín, Tina Modotti, Emilio Portes Gil, Frida Kahlo, Agustín Yáñez, Bernardo Ortiz de Montellano, Julio Jiménez Rueda, Juan Soriano y Fernando Benítez, como parte de una larga lista, además de Abreu Gómez.
Nombres que en ocasiones son mencionados con todo y apellidos, pero que a veces son referencias un tanto crípticas o circunstanciales, como ha dejado claro el académico Guillermo Espinosa Estrada, quien realizó una edición crítica de Sátira que es de libre consulta en su biblioteca virtual dedicada al humor en la literatura: https://www.bibliothecascriptorumcomicorum.org.
Mención aparte merece el muralista Diego Rivera, quien protagonizó una polémica intelectual contra Novo y el grupo de Los Contemporáneos, a quienes tachaba de extranjerizantes y burgueses, y a quienes retrató con alusiones abiertamente homofóbicas.
Los poemas que abren Sátira, escritos en 1926, llevan el nombre de La Diegada y son una crítica salvaje de la ideología comunista del pintor y la «flexibilidad» con la que aceptaba comisiones de titanes capitalistas como Nelson Rockefeller.
«Ya no nos pintes más hoz y martillo / ni mezcles agrarista con obrero; / guarde ya tu pincel aventurero / el depósito fiel de tu fundillo», le dedicó Novo al muralista.
Crueles y, en ocasiones, despiadados, los poemas de este libro son parte importante de su gran obra literaria.
«Creo que no podemos entender a Novo sin Sátira, o sin los poemas que conforman Sátira, aunque hayan sido tanto tiempo marginales, porque es un Novo completamente desparpajado, sin cortapisas, sin restricciones, sin autocensura», elogia Soler Frost.
La edición de Alias, publicada por vez primera en 2020, rinde homenaje a la de Novo y Dallal manteniendo los grabados de sátiros que la adornan en los interiores, y propone una nueva portada con una fotografía del poeta cuyo autor no ha sido identificado.
«Es una imagen muy especial y perfecta para la obra, de un Novo joven interpretando alguna suerte de mártir extasiado o San Sebastián preparado para recibir las flechas», explica Gil.
Como parte del archivo del Centro de Estudios de Historia de México, de la Fundación Carlos Slim, la imagen fue intervenida por Damián Ortega, a decir de la directora operativa de Alias, para darle un aire de fotografía policromada del siglo 19.
Ya agotada la edición de 2020, la editorial se prepara para el relanzamiento de Sátira.
«Ya se acerca la hora de reimprimirlo. Nos habría gustado hacerlo antes, pero el calendario editorial de Alias ha sido muy activo los últimos años», señala Gil.
«Calculo que a inicios de 2025 verá la luz de nuevo, seguramente en un tiraje más amplio, ya que la primera edición de mil ejemplares se agotó muy rápido, cosa que nos dio mucho gusto, pues en las últimas décadas esta obra quedó un tanto olvidada cuando es magnífica, transgresora y divertida; vale el esfuerzo insistir en su circulación», concluye.
A 120 años del natalicio de Novo, que se cumplen este martes, y a 50 de su muerte, que se conmemoraron en enero, leer Sátira es recordar a Novo en su faceta más descarnadamente honesta.
«Tiene esa inteligencia luciferina, esa capacidad, desde la crítica más ácida, de ver al otro en su miseria y, al mismo tiempo, estar delatando la propia miseria de su alma, el rencor, la envidia, porque también está hecho con esto», analiza Fabre.
Un escritor, en fin, que elude a las lógicas de los homenajes tradicionales.
«Me parece que Novo está siendo más leído ahora. El tiempo es propicio para leerlo, pero también creo que se le restan a Novo sus contradicciones», previene Fabre.
«Yo creo que si Novo estuviera escribiendo ahora, estaría canceladísima».