A pesar de que el testamento es un instrumento legal útil para evitar problemas a futuro, un buen número de personas sigue considerando que se trata de un trámite costoso e innecesario que puede generar mayores problemas.
De acuerdo con la profesora de la Facultad de Derecho de la UNAM, Yadira Aideé Huerta Reyes, temas como el testamento y la herencia no deben verse como sinónimos de pleitos familiares o de problemas legales; por el contrario, si se tramitan oportunamente y en forma adecuada pueden proporcionar tranquilidad a los integrantes.
Recordó que el testamento es el documento legal en el que se plasma la voluntad de las personas para disponer de todos sus bienes y determinar, con el aval de un notario, cómo se distribuirá su patrimonio al momento de fallecer.
Apuntó que, en el caso de Ciudad de México, el testamento es el único instrumento válido para acceder legalmente a una herencia, mientras que en otras entidades federativas se consideran algunas otras modalidades y posibilidades para heredar.
En este sentido aclaró, contrario a la creencia popular, los escritos o manuscritos que suscriben en cualquier tipo de papel no tienen ninguna validez legal.
“La realidad es que, eso de que dejo escrita mi herencia en un papel o en una servilleta sólo se ve en las películas o en las novelas. Es una idea muy romántica, porque en nuestro país el único documento que puede hacerse valer ante tribunales es el testamento público y abierto.”
Dos razones principales
La especialista en Derecho civil y familiar agregó que hay dos razones principales por las que la mayoría de las personas se resiste a tramitar su testamento: una es porque saben que el acudir ante un notario es muy engorroso y costoso, y la otra es por la creencia de que al suscribir un testamento se puede propiciar una muerte anticipada.
“En México tenemos miedo de llamar a la muerte. Cuando le preguntamos a la gente si ya hizo su testamento las respuestas más recurrentes son: tú ya quieres que me muera, qué tal si luego luego me muero o no me quiero morir tan rápido.”
Huerta Reyes insistió en que el objetivo principal de contar con un testamento es evitar conflictos a largo plazo que en muchas ocasiones terminan rompiendo a las familias, porque no existe un documento oficial en donde se estipule cuál es el destino que queremos para nuestros bienes.
Explicó que, para la elaboración del testamento ante un notario, el único requisito es acudir de manera libre y voluntaria, y al momento de nombrar a los herederos no es obligatorio detallar las motivaciones de cada una de nuestras decisiones.
Lo más importante, mencionó, es especificar puntualmente como quedará el reparto del patrimonio para evitar confusiones futuras, además de que el documento puede modificarse las veces que se considere necesario.
En cualquier caso, subrayó, siempre habrá inconformes con el reparto de la herencia debido a que, desafortunadamente, todavía no tenemos la cultura del respeto a la voluntad de las personas.
Otro punto a considerar abundó, es la designación de la figura de un albacea que de manera obligatoria debe quedar asentada en el testamento; se trata de la persona que únicamente se encargará de administrar y supervisar que se cumpla la voluntad del testador.
“Hay personas que creen que el albacea es el dueño de la herencia y que puede disponer de la misma como se le da la gana, pero en realidad no es dueño de nada y sólo debe fungir como administrador y brazo ejecutor de lo que disponga el autor de la herencia.”
Por otra parte, la especialista resaltó que, debido a la desinformación sobre el tema, un buen número de familias buscan otras opciones para, supuestamente, resolver más rápido el tema de herencia a través de mecanismos como las donaciones en vida o las ventas simuladas a bajo precio de las propiedades a heredar; sin embargo, acotó, dicha simulación de actos jurídicos termina siendo mucho más costosa y complicada que el trámite de un testamento.
Finalmente, Yadira Huerta sugirió que el mejor momento para iniciar el trámite del testamento es cuando las personas se encuentran sanas y en pleno uso de sus facultades, de tal forma que puedan elegir libremente quienes serán los herederos y cómo se repartirá el patrimonio.
FUENTE: UNAM