Uriel Flores Aguayo
Es el tiempo que Xalapa (distrito 10) no ha contado con diputado federal. Entre 2015 y 2018 estuvo el actual gobernador; del 2018 al 2024, incluyendo una reelección, la curul fue ocupada por Hernández Villalpando. Prácticamente abandonaron sus funciones sustanciales, de representantes populares, o las redujeron a levantar la mano y hacer campaña para su partido. En esos sentidos resultaron un fraude y peores que los del viejo PRI. No son recordados como legisladores, no hicieron nada. Nunca informaron el sentido de sus votos, de iniciativas de ley o de gestiones. Tampoco organizaron el informe anual que es obligatorio y por el cual reciben recursos especiales.
No participaron con propuestas y proyectos en el presupuesto de la federación, no gestionaron recursos para Xalapa. Hay que recordar que únicamente la cámara de diputados tiene la facultad de aprobar ese presupuesto. Fueron nueve presupuestos perdidos para Xalapa ante la ausencia e indiferencia de esos dos diputados. Ni leyes ni gestiones. Nada. No existieron.
No instalaron oficinas de representación, no pusieron a disposición números telefónicos ni contactos en redes sociales, tampoco dispusieron de personal técnico, administrativo y de asesoría en general al servicio de sus representados. Fue imposible encontrarlos. No cumplieron con lo elemental de un representante popular.
Ausentes ante los problemas de la gente, ante asuntos de justicia, ante los atropellos policiales, ante las inquietudes juveniles, ante la violencia de género, ante los rezagos hospitalarios, ante las demandas educativas, ante las oportunidades culturales, ante las responsabilidades del Cabildo, ante los proyectos productivos, en fin, prácticamente inexistentes.
Es algo curiosa su concepción y práctica de ser diputados; se conformaron con ser oficialía de partes del ejecutivo y operadores partidistas. Rebajaron su función y traicionaron a la ciudadanía xalapeña. No merecen otra oportunidad después de haber tenido tres. No van a cambiar. No merece Morena seguir ocupando esa representación del distrito diez. Si solamente dependieran de su trabajo legislativo, por llamarlo de alguna manera, estarían tajantemente derrotados; sin embargo, apoyados por la marca partidista y la grotesca manipulación de los programas sociales, tienen algún margen de competencia; afortunadamente no el suficiente para obtener la mayoría. Si ganaran, algo remoto de ocurrir, estaríamos ante una cruel injusticia. Si fueran honestos, deberían ofrecer disculpas y renunciar a sin intento electoral.
Es enorme el hueco en la representación popular. Llenarlo requiere coraje y determinación. Hay tanto por hacer que únicamente la participación ciudadana puede llevar a un auténtico representante popular que cumpla con sus responsabilidades.
Recadito: agua, agua y agua. Urgencia.