LÍNEA CALIENTE
Por Edgar Hernández*
Hoy día nadie duda que el gobernador Cuitláhuac García es un poco tonto.
Si se comete un crimen “daremos con los culpables porque nadie puede estar por encima de la ley”; si matan a un periodista “Investigaremos y no cederemos ante los delincuentes”; si hay una masacre del crimen organizado “son las herencias de Yunes”; si se descubren abusos de autoridad, venganzas o violaciones a los derechos humanos “¡Que se investigue!”; la clásica es: “¡Como han bajado la inseguridad y feminicidios!” y si queda al descubierto el nepotismo de su gobierno “pregunten a mi abuela Manuela”.
Hay más perlas:
Si hay denuncia de raterías de su gobierno “eso es cosa del pasado” y si se trata de elogiar a su patrón el susurro es “aunque me critiquen López Obrador va a ser el mejor presidente en la historia de México, el mejor presidente de Latinoamérica y uno de los mejores presidentes del mundo”.
Ah, pero eso sí, ante la cascada de denuncias de la existencia de presos políticos, venganzas personales y crímenes políticos sin aclarar, el mismísimo presidente López Obrador grita desde su mañanera: “¡Cuitláhuac, estamos contigo… siempre”.
Ese es Cuitláhuac, el ocurrente; el del hablar cantadito; el Cantinflas jarocho que se enreda y tropieza con su propia lengua, el modosito que siempre encuentra una justificación a su incapacidad.
La última sucedió al tratar de defender a su responsable de las finanzas públicas José Luis Lima Franco, al señalar que en su gobierno “no hay licuadoras para tapar hoyos financieros, ni se jinetea el dinero a municipios que se entrega de manera puntual”.
Los hechos, sin embargo, lo hunden… Y su lengua. Eso de que los retrasos financieros obedecen a que «el fin de semana cae en miércoles» no es más que la mejor muestra de que López Obrador puso a un burro de gobernador.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo