Pedro Peñaloza
Todas las situaciones críticas tienen un relámpago
que nos ciega o nos ilumina.
Víctor Hugo
Ya está claro, como lo escribió Peniley Ramírez en el periódico Reforma (28/octubre/23), el Centro Nacional de Huracanes (CNH), ubicado en Florida, responsable regional de alertar sobre la intensidad y dirección de los ciclones, anunció desde el lunes 23 en la mañana que Otis estaba a 605 Kilómetros de Acapulco, cuando era aún tormenta tropical.
Sin embargo, continúa Ramírez, el martes 24 en la madrugada, un avión caza-huracanes estadounidense reportó la intensificación rápida de la tormenta. Fue a las 7 de la mañana cuando el CNH confirmó que Otis tocaría tierra como un huracán “catastrófico”.
López Obrador se enteró “a las ocho o nueve de la noche”, así lo confirmó en “La Mañanera”. Es decir, seis horas después de la alerta del CNH. Lo único que hizo fue mandar un tuit, sin hacer notar la gravedad de lo que se avecinaba. Solamente aconsejó, “estar alerta, sin confiarse”. Eso fue todo.
¿Qué razón lo llevó a quedarse paralizado ante el fenómeno? Su respuesta fue lenta e insuficiente. Además, se exhibió como un presidente sin recursos tecnológicos y aeronáuticos para poder vincularse rápidamente con Guerrero. Sin olvidar, la escasa capacidad de las instituciones para identificar eventos climatológicos, máxime en un contexto de calentamiento de los mares y constante aumento de huracanes.
Sus reflejos ante el caos fueron lentos y patéticos, su traslado a la zona del siniestro por tierra y quedar varado en el lodo junto con su gabinete de seguridad fue una burla. Al correr de los días se ha confirmado la falta de protocolos en este gobierno. Y ante las críticas, el tabasqueño se asume como víctima, denostando a los medios en lugar de asumir una postura de jefe de Estado que llama a sumar esfuerzos.
El inquilino de Palacio presume que hay recursos para enfrentar la pesadilla, en realidad son migajas, 63 mil millones de pesos, frente a los daños totales. Eso sí, ofrece los recursos de los fideicomisos del Poder Judicial, como un acto efectista, sin que se haya resuelto jurídicamente su destino. Claro, no se atreve a tocar sus caprichos en el Presupuesto que pronto aprobarán los diputados. Ahí están miles de millones de pesos que ayudarían en la reconstrucción. Otra medida sencilla sería que sus “asesores”, Slim y compañía, aportaran una parte de sus insultantes ganancias.
Evidentemente lo anterior no pasará. Lo que veremos será una constelación de acciones improvisadas y demagógicas. Los acapulqueños pobres serán más pobres. Y en unos meses los buscarán para pedirles su voto. ¡Cínicos!
@pedro_penaloz