DÍA DE MUERTOS CON SUEÑOS DE AMOR Y TARDES DE ALAMEDA CON DOÑA CATRINA

  • La puesta en escena del actor Arturo Rosales, donde el personaje de José Guadalupe Posada cobra vida, se presentará el 27 de octubre a las 18:30 horas, con entrada libre

Humor y tristeza, reflexión y drama se conjuntarán en la ensoñación que ofrecerá el actor Arturo Rosales, a través de la puesta escénica Sueños de amor y tardes de alameda con Doña Catrina, que se presentará el próximo 27 de octubre, a las 18:30 horas, con entrada libre, en el Museo Mural Diego Rivera, en colaboración con el programa Leo… luego existo de Extensión Cultural, ambas instancias del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal).

La pieza escénica tendrá como fondo el mural Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central (1947), donde el muralista Diego Rivera inmortalizó a La Catrina, personaje creado originalmente por el grabador José Guadalupe Posada: “Será un momento de ensoñación, donde este personaje cobrará vida”, comentó en entrevista Arturo Rosales.

Detalló que Doña Catrina nació a partir de un trabajo de investigación y creación que ha realizado en torno a estos dos personajes, La calavera Garbancera, de José Guadalupe Posada, y La Catrina, de Diego Rivera, inspirado, asimismo, en la tradición del Día de Muertos. Un personaje —agregó— que permite, al mismo tiempo, una reflexión crítica sobre la historia y un espacio para regocijarse en un momento literario.

“Durante la pandemia tuve la oportunidad de hacer un video dentro del museo con este texto, donde Doña Catrina sale del mural y se da la licencia poética que le da la tradición para narrar un paseo por la Alameda en una tarde de domingo.

“Ella, que pertenece al mundo de los muertos, va sintiendo en sus huesos la alegría de poder contemplar la vida misma, a través de los personajes plasmados en el mural, y rememora una afrenta que tuvo con el maestro Posada, porque su litografía nació como una crítica social a las chicas que se vestían con las ropas de las patronas y vendían garbanzos en los mercados. A ellas se les decía las garbanceras, como un insulto”.

Explicó que esta anécdota es el detonador de un viaje poético: “Es una ensoñación a través de un texto que está dividido en cinco episodios y en cada uno de ellos se narra la historia de México hasta llegar a nuestros días. Es una visión poética y al mismo tiempo una crítica de muchas cosas que no han cambiado y otras que añoramos.

La Catrina está extasiada en cada episodio y los vive como si fuera la primera vez, donde, además, sufre los estragos de volver a la vida: de repente siente calor y pide que la tomen del brazo; sin embargo, está alegre de volver a escuchar los sonidos del cilindrero y las aves que se albergan en los álamos que rodean la Alameda, así como de sentir las sombras y el cobijo de las hojas abrazando su cuerpo”.

El actor explicó que el texto dramático nació a partir de una reflexión sobre la vida: “A lo largo de los episodios, Doña Catrina no deja de preguntase ¿qué es vivir?, y se detiene en esos pequeños instantes que la vida cotidiana nos ofrece, como sentir el calor del Sol o la brisa de la lluvia, los cuales perdemos de vista y después añoramos”, porque la obra también es una invitación a sumergirse en la reflexión sobre el paso del tiempo y la convergencia de espacios.

En ese sentido, agregó que en el texto subyace la inspiración de varios autores de la literatura en español, pues el tiempo, la muerte y la vida son preocupaciones humanas: “Por ejemplo, está Pedro Páramo, de Juan Rulfo, donde los muertos y los vivos conviven, y hay muertos que piensan que están vivos y vivos que están a punto de morir.

Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez, también está, sobre todo cuando llega el remolino que destruye Macondo, momento en que el personaje principal está leyendo unos pergaminos indescifrables y descubre su propia muerte.

Federico García Lorca es un eco de esta ensoñación, con la obra El maleficio de la mariposa, “donde el pequeño insecto alado aparece como un ángel que desciende a un pueblo de cucarachas y lleva consigo el mensaje de la vida y la muerte, porque, a pesar de estar herida, es tan bella que deja a todos obnubilados.

“Esta esencia es la que posee La Catrina, es al mismo tiempo bella y aterradora, en su rostro y porte altivo ofrece varios mensajes: es la ternura materna y la advertencia de que el tiempo es limitado para todos”.

Finalmente, el actor invitó al púbico a conocer el mural de Diego Rivera y ser parte de una experiencia irrepetible: “Recordemos que el teatro es un arte efímero y no hay nada como disfrutar de este grandioso mural en vivo y mirar a una de sus protagonistas en acción. Es la conjugación de dos artes, el teatral y el plástico, para brindar un momento, espero, inolvidable.

“Habrá humor, episodios de tristeza, drama, tragedia, mientras recorreremos esta alameda centenaria, porque en el mundo habrá muchas alamedas, pero solo en la mexicana, los domingos se puede soñar. Será un juego de la imaginación para que todos podamos soñar despiertos”, compartió.

El Museo Mural Diego Rivera se encuentra en la calle Balderas s/n, esquina Colón, frente a la Plaza de la Solidaridad, a un costado de la Alameda Central, cerca de la estación Hidalgo del Transporte Colectivo Metro y del Metrobús.